Descripción
Una niña y una ruta que saben de cierta orfandad. Una ruta que también es un río. Cuando se maneja en ruta se puede ser la asesina, la impúdica, la obscena, la desvergonzada. Escenas hechas de palabras que se traman en un registro rumiado del hacer poema, con lo que otros desecharían tal vez en sus elecciones poéticas.
«No todas las tortugas llegan al mar» sabe, conoce de despojos, inutilidades, fríos de diverso tenor. Así (y el así incluye lo insaciable, la ausencia de refugio, la fragilidad), lo vulnerable de la condición humana lleva a las criaturas a acurrucarse y a sacar fuerza de lo débil.
El primer poemario de Virginia Abello habita con precisión de estilo y con voz y cadencia propias la racionalidad, sus bordes y sus más allá. Voces de otros y de otras, algunas incorpóreas, otras corporizadas emblemáticamente en el árbol familiar, también en el entramado de clase y una yo poética dispuesta a escuchar y dar pista a esta polifonía.
Con su «terrón de mundo» casi asegurado, rota, intervenida pero con la lindura del desbocarse, la animala galopa(rá). Salvaje será la fuerza de lo débil, con la mirada lírica puesta en lo que hay que proteger sin sacrificio y así florecerá bellamente.
Elena Berruti