En el 3° encuentro Multiverso, poesía sub 35, realizado en el Centro Cultural Nuestra América, se desarrolló una conversación especial que puso en diálogo dos generaciones: la reconocida poeta y ensayista Alicia Genovese, figura clave en la poesía argentina contemporánea, y el joven autor Agustín Mazzini, en pleno camino de exploración poética.
La charla estuvo coordinada por la escritora y editora Marina Serrano, quien propuso reflexionar sobre la enseñanza, la transmisión, la formación de nuevas voces y la manera en que la poesía se abre camino en distintas épocas.
Lo que sigue es la transcripción editada de ese encuentro, presentada en formato de entrevista para este newsletter.

Alicia Genovese, en Multiverso
Marina: Me gustaría que Alicia comience contándonos sobre su función y sus tareas como educadora en el mundo de la poesía.
Alicia: Hace muchos años que doy talleres literarios, ya no voy a contar cuántos porque son muchísimos. Ha pasado mucha gente por mis talleres: grupales, individuales, de lectura, de escritura. He formado a poetas y siempre me ubiqué como una guía, como alguien que acompaña los procesos de otros, intentando ser un apoyo para que esa persona pueda transitar su camino.
En los últimos años estoy en la Universidad Nacional de las Artes y allí doy un taller de poesía. Es una tarea muy hermosa poder dar poesía en una institución universitaria y que una materia se llame simplemente Poesía. Cuando inauguramos la cátedra fue, creo, la primera vez en Argentina que una materia universitaria llevaba ese nombre. Fue un momento muy emocionante para mí, para quienes integrábamos la cátedra y también para las y los estudiantes que lo vivieron. Eso es lo que hago.
Marina: Ahí creo que está el hilo que te conecta en principio con Agustín, ¿no?
Agustín: Sí, me acuerdo de Alicia y de sus teóricos. También siempre tenía poetas invitados en las cátedras, con diálogo con los estudiantes. No era la imagen de profesora lejana o catedrática, sino una imagen muy cercana, la que guardo de ella.
Marina: En el curso, tanto en los talleres como en la universidad, ¿cómo fue tu encuentro con los poetas más jóvenes? ¿Qué entendés por poesía joven? ¿Le das algún valor en sí? ¿Te parece que existe una poesía joven?
Alicia: Lo que existen son poetas jóvenes que escriben poesía. A veces es una poesía muy madura y a veces no, todavía necesita adquirir consistencia. Yo siempre busco el contacto con quienes se interesan por la poesía porque me da un feeling de época, un pulso que quizás no tendría de otra manera. Ese diálogo es muy rico, más allá del valor de lo que escriban o de si seguirán escribiendo. De manera que siempre estoy más en contacto con gente joven que con la de mi generación.
Marina: ¿Podés predecir de alguna manera, ya que tenés tanta experiencia, si alguien va a ser poeta?
Alicia: No es predecir, pero puedo leer lo que alguien escribe y pensar que ahí puede haber un poeta. Lo que sea o no depende de él o de ella. Hay gente muy talentosa que vuelca ese talento en lo primero que escribe, pero la poesía es un camino silencioso: a veces quienes parecen muy potentes al inicio después no continúan. Y, al revés, alguien que tímidamente ensaya sus primeros versos puede en un momento dar un salto.
La poesía muchas veces es acumulación de lecturas y prácticas y, de repente, aparece todo lo que estaba latente. Entonces yo no puedo decir desde el principio qué ocurrirá, pero sí, cuando hay una obra desplegada, puedo ver mejor si se trata de una voz sólida. No hay un camino único: cada poeta lo construye a su manera, y llega un momento en que se encuentra consigo mismo, después de absorber conocimientos, lecturas y de decidir qué es lo que le gusta leer y escribir.
Ese momento en que uno deja de preocuparse por la historia de la poesía, por los grandes autores o por lo que “debería” escribir, y todo se incorpora de manera natural, es cuando se produce el verdadero encuentro con la propia obra.
Marina: Me hiciste acordar a algo. Estoy profundizando mis estudios en psicología cognitiva y trabajo el tema de la creatividad. Antes se la entendía como una cualidad personal del individuo. Hoy se define más ampliamente: un artista es creativo no solo por sus capacidades personales e inteligencia, sino también por su conocimiento del campo en el que trabaja y por el consenso dentro de ese campo.
Son tres elementos que pesan casi lo mismo. Sin alguno de ellos, la creatividad se malogra: podés ser un gran poeta, pero si nadie te reconoce, la obra queda perdida; o si tu conocimiento del campo es bajo, también. La poesía, aunque parezca natural, requiere muchísimos años de estudio, no necesariamente formal, pero sí de lectura y práctica. Ese tiempo es mucho más largo de lo que imaginamos.
Alicia: No me atrevería a fijar un tiempo. He tenido gente muy joven en mis talleres que al principio no entendía bien hacia dónde iban, pero con un verso o una idea se podía trabajar. Y esas personas, en poco tiempo, absorbían lecturas y observaciones como esponjas, y pegaban saltos impresionantes.
Por eso el diálogo y el intercambio son fundamentales. La lectura es muy importante, pero la lectura justa, la que uno necesita. A veces se pierde tiempo con textos que parecen valiosos pero que no aportan lo necesario en ese momento. Mi tarea muchas veces es orientar: “Leé esto, no te pierdas esto otro.” Esa guía puede marcar la diferencia.

Agustín Mazzini lee en Multiverso.
Agustín: Me gustó eso de que la poesía es un camino largo. Yo la entiendo parecido a un oficio, como el de un carpintero: un trabajo con la palabra. No me parece que sea cosa de iluminados. Hay quienes tienen más facilidad, sí, pero lo esencial es enamorarse de la actividad, de la poesía en los versos y en la vida, en las novelas, en la calle, en un cruce de miradas, como decía Cortázar. Desde mi lugar de joven poeta, siento que se trata de ir buscando una voz propia y hacer coincidir expresión e intención. Al mismo tiempo, uno va siendo consciente de cuánto le falta, y eso me alegra: cuando se cree que ya se llegó, algo se pierde.
Alicia: Voy a citar a Olga Orozco. Cuando recibió el premio Juan Rulfo, en México, le dijeron “Maestra” y ella respondió: “No, yo no soy maestra. En poesía somos todos principiantes.”
Creo que esa sensación de estar empezando nunca se pierde. Cada vez que cierro un libro me queda la impresión de que algo no pude decir, y vuelvo a empezar. Nunca hay un “ya llegué”. Por eso me reí un poco de lo de ser joven o consagrado: siempre se está en camino. El poema no es algo fácilmente dominable. Y sí, es un oficio: requiere trabajo, correcciones, idas y vueltas. A veces parece fácil lo que costó muchísimo lograr.
Marina: Una característica que siempre te diferenció del movimiento de tu época es que, además de tu amor por la poesía, lo compartiste con los demás no solo como profesora, sino también a través de tus ensayos. Para mí no son libros para que te luzcas, sino para que uno aprenda: verdaderos materiales de estudio.
Alicia: Empecé escribiendo reseñas y críticas literarias, y luego ensayos. Siempre pensé en la lectora que fui en mi adolescencia, sin guía, descubriendo la poesía en los manuales escolares. Sentí la maravilla de ese género sin que nadie me lo explicara. Por eso en mis ensayos busco al lector que comienza, al lector futuro.
Claro que también me leen quienes ya saben mucho, porque dar cuenta de un poema exige complejidad, pero trato de que esa complejidad sea compartible. La poesía conecta inmediatamente con la emoción y la experiencia sensible, sin necesidad de ser un especialista. Eso lo he comprobado muchas veces leyendo ante públicos no vinculados a la poesía. Esa comunicación es única.
Mis libros de ensayo surgieron de esa idea y, para sorpresa mía, se convirtieron en materiales muy leídos.
Marina: Y algo más: siempre me pareció admirable tu empeño en dar visibilidad a poetas mujeres, en abrirles espacio cuando no se les reconocía. ¿Podés hablar un poco de eso?
Alicia: Sí, fue a mediados de los 90, cuando volví de vivir afuera. Me encontré con publicaciones de poetas amigas y de otras que no conocía, y pensé: “Esto es oro y nadie lo dice.” Había un lugar subalterno para las escritoras. Yo venía de la teoría feminista y sentí que era necesario reunir esas voces.
Más que dar visibilidad a cada una, lo importante fue ponerlas en constelación, mostrar la potencia de esa escritura en conjunto. Eso produjo un gran efecto, incluso en ellas mismas, al verse en diálogo unas con otras. El libro fue una sorpresa para todos, se agotó enseguida y quedó como un clásico. Hoy sigue circulando, incluso en otros campos como el cine.
Marina: Y hubo silencio en Diario de Poesía sobre la aparición del libro. Ninguna reseña. Eso también habla de la época, no tan lejana.
Alicia: Sí, pero tuvo reseñas en Clarín y en Página/12. Para un libro de ensayos de poesía, estar en esos medios masivos fue muy importante. Lo demás era el chiquitaje de nuestro ambiente. Ese libro se vendió muchísimo, se reeditó y hoy sigue vivo, citado en estudios de otras disciplinas. Eso me parece fantástico. Evidentemente que con esa apertura el libro hizo su camino y no necesitó que dos o tres muchachos dijesen: «Qué bonito».