La circulación es, desde hace años, uno de los grandes temas que atraviesa a las editoriales independientes, pequeñas, autogestivas. Cómo hacer que los libros encuentren sus lectorxs, cómo acompañar su recorrido, cómo sostener la presencia de cada título sin caer en lógicas industriales que no nos representan. Para una editorial como Cartografías, con tiradas acotadas y un trabajo artesanal en cada publicación, “distribuir bien” significa algo diferente: no se trata de estar en todas partes, sino de estar donde los libros pueden realmente habitar, resonar, generar comunidad.
Las grandes distribuidoras nos piden cantidades que no podemos —ni queremos— sostener. Y es justamente de esa limitación de donde fuimos aprendiendo algo que hoy es parte de nuestra identidad: la circulación se construye de forma cercana, afectiva y territorial. Librerías amigas, ferias, festivales, encuentros de lectura, presentaciones en distintas ciudades y espacios culturales: cada libro merece su tiempo, su itinerario, su ronda de voces. Que un libro circule es que salga al mundo, que se lea, se discuta, sea interpelado; es que aparezcan otras miradas, lecturas críticas, diálogos inesperados. Que circule es, también, que no quede encerrado.
Un año en movimiento: 9 libros, 3 coediciones, un Archipiélago que crece
Al mirar hacia atrás este 2025, nos encontramos con un año intenso y profundamente vital. Publicamos 9 libros, de los cuales 3 fueron coediciones con ediciones la yunta, un vínculo que seguimos fortaleciendo porque permite concretar proyectos que, de otro modo, serían difíciles de llevar adelante.
Y algo singular de este año: todos los títulos publicados fueron de poesía. La colección Archipiélago —que nació hace más de dos décadas— sigue expandiéndose, y el último libro publicado es ya el número 54. En total, Cartografías tiene 115 libros registrados en la Cámara Argentina del Libro, un camino sostenido con trabajo cotidiano y una convicción que nunca se modifica: la ficción importa, y seguir apostando por ella es una forma de resistencia.
Presentaciones que abren mapas: ciudades, ferias, festivales, mesas y afectos
La circulación, en nuestro caso, es diversa y sin un único centro. Cada libro encuentra su ruta, y muchas veces es la propia comunidad la que habilita nuevas puertas.
Te deseo un río, la poesía reunida de Diego Formía, tuvo un recorrido especialmente movido. El año pasado se presentó en Río Cuarto, en la centenaria Biblioteca Mariano Moreno; también en Villa María, en el bar Coronados, en el marco del ciclo Mentiras que valen la pena; y en la Feria del Libro de Córdoba. Este año la ruta se amplió todavía más: el libro llegó a Chillán, Chile, a la Casa Gonzalo Rojas, a partir de una hermosa red de contactos construida con lxs compañerxs de la revista La Guacha. Ellos publicaron una plaqueta de un poeta chileno, y ese gesto poético tendió el hilo hacia la lectura de Formía del otro lado de la cordillera.

El libro «Te deseo un río» se presentó el miércoles 26 de noviembre en el marco de las jornadas literarias «Reconocerse en el relámpago» organizadas por la Casa Gonzalo Rojas de Chillán, Chile.
Además, Te deseo un río continúa viajando de la mano de la propuesta de narración oral que Diego comparte con Pequitas Rosita, actriz, narradora y animadora de fiestas infantiles. Juntos llevan el espectáculo “Te cuento un poema”, donde siempre hay un poema del libro que se cuela en la función. Estuvieron en Tucumán, en Corrientes y en varias ciudades más. La poesía, así, encuentra caminos que a veces los libros solos no podrían recorrer.

Diego Formía, con Te deseo un río.
Otro libro que siguió en movimiento es Diario de una androide, de Marcelo Fagiano, coeditado con la yunta. Tras su presentación en Río Cuarto en 2024, este año pasó por el ciclo Literario Poesía Exprés coordinado por Marta Díaz en Córdoba capital y por Multiverso, en CABA, un espacio intergeneracional de conversación poética entre poetas sub35 y autores de mayor trayectoria. Este ciclo —que se realiza los terceros jueves de cada mes en el Centro Cultural Nuestra América— es fruto de una convocatoria impulsada por La Guacha y sostenida junto a editoriales independientes como Mora Barnacle, ediciones la yunta, Griselda García Editora, Ediciones del Dock, Sigamos Enamoradas, Clara Beter, Pinap Editora, entre otras. Una constelación de editoriales pequeñas compartiendo preguntas, lecturas y escenas.
En ese mismo espacio se presentó también Tráiler, de María Calviño, y fue una oportunidad hermosa para pensar la traducción como práctica vital, en conversación con Alberto Cisnero. Una de esas charlas que abren puertas nuevas al oficio.

María Calviño, con el editor Alberto Cisnero en Multiverso, en CABA.
También Roma, de Silvina Mercadal, trazó su propia trayectoria, una que comenzó en la Feria de Editoriales Independientes (FEI) y que luego se extendió por Córdoba capital en distintas lecturas y espacios culturales. Su viaje culminó este año en Buenos Aires, en una presentación íntima y luminosa en el Espacio UPA, donde la poesía volvió a abrir conversación entre voces muy diversas.

Silvina Mercadal, en CABA.
Venís con el río, de Nancy Tosseli, también encontró su primer refugio lector en la FEI. Pero su recorrido tenía un destino inevitable: Villa Mercedes, donde nació el libro, al calor del taller literario coordinado por Maite Esquerré. Allí la presentación se convirtió en una ceremonia afectiva: flores, bordados, música, palabras y comunidad reunida alrededor de un libro que habla de origen y cauces vitales.
Ese mismo lugar, Villa Mercedes, recibió también Mudas, de Sonia Álvarez, que hace apenas unos días volvió a presentar su libro en la Biblioteca Popular Antonio Esteban Agüero, en un clima de escucha atenta y emoción compartida.

Briznal, de Maite Esquerré, en Villa Mercedes, es una librería que es, también, lugar de encuentros poéticos.
Por su parte, Todas las breves voces del mundo, de Daila Prado, tuvo este año dos momentos especialmente significativos. Primero, su lectura en el 19.º Aguante Poesía, un espacio que siempre nos recuerda por qué editar poesía es necesario: porque crea rondas, porque enlaza generaciones, porque sostiene lo vivo. Y más recientemente, el libro viajó a Buenos Aires para presentarse en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, dentro del ciclo Hablar de poesía, coordinado por Susana Cella. Esa tarde, la autora dialogó con el traductor y docente Omar Lobos, y la sala llena sostuvo una conversación delicada y profunda sobre la palabra poética. Además, hay una invitación para presentarlo en la Biblioteca del Congreso de la Nación, prevista para 2026: una magnífica proyección para un libro que sigue creciendo en lectores y afectos.

Daila Prado presentó Todas las breves voces del mundo en el Centro Cultural de la Cooperación, en un ciclo que coordina Susana Cella.
El año del coma, de Soledad Vargas —su segundo libro con Cartografías— cerró el año con un recorrido que honra el vínculo entre escritura, territorio y comunidad. El libro tuvo un primer momento de brillo en Salta, tierra natal de la autora, donde se presentó en el Museo Histórico de la UNSa, acompañada por Fernanda Alvarez Chamale y Alejandro Morandini. Hace apenas unos días, El año del coma llegó también de manera formal a Córdoba capital, ciudad donde vive Sole. La librería En un lugar de la Mancha, especializada en libros para atesorar, abrió sus puertas para recibir esta lectura tan íntima como poderosa.

Soledad Vargas presentó El año del coma en Salta, su tierra natal.
También, sobre el final del año, cuatro poetas que tienen libros publicados en Cartografías, dentro de nuestro Archipiélago, estuvieron en la Feria del Libro Juan Filloy con sus poemarios. Elena Berruti, Daila Prado, Virginia Abello y Melisa Gnesutta integraron una mesa de poetas que fue una oportunidad de difundir sus libros, pero, más que nada, fue una instancia en que ellas pudieron escucharse entre sí, leerse en voz alta, encontrarse en sus textos y reconocer afinidades y diferencias que enriquecen cada lectura. La lectura fue potente, coincidieron en el público. Ese cruce, que se da solo cuando la comunidad poética se reúne y se habilita a compartir, expandió el sentido de la colección y reafirmó el espíritu que la sostiene desde hace 21 años: una constelación que dialoga, crece y se acompaña a través de los libros y los encuentros.
Finalmente, Aunque nada nunca suture, el poemario de Diego Filloy, coeditado con ediciones la yunta, también empezó su propio recorrido. Su primera parada fue la Biblioteca Personal Juan Filloy, en Río Cuarto: un espacio donde la palabra del abuelo del autor sigue vibrando, no solo en sus libros sino también en las paredes que conservan sus palíndromos, capaces de sorprender a generación tras generación. En ese marco tan cargado de historia familiar y literaria, el libro abrió camino, sumándose al mapa vivo y en expansión del Archipiélago.

Diego Filloy, junto a Marcelo Fagiano, José Di Marco y Pablo Dema, en la Biblioteca Personal Juan Filloy, en Río Cuarto.
La apuesta es la presencia
Si algo dejó claro este 2025 es que la circulación —esa palabra que usamos tanto— es sobre todo presencia. Presencia de libros, de lecturas, de cuerpos, de voces que se encuentran. Presencia en las ciudades donde viven lxs autorxs, presencia en ferias grandes y pequeñas, presencia en mesas que nacen por el deseo compartido de hablar de poesía.
Hacer circular un libro es seguir sosteniendo una trama que no se rige por la velocidad ni por la escala, sino por algo más parecido al cuidado. Cada presentación, cada librería amiga, cada festival, cada conversación, cada mesa es parte de ese gesto.
En ese movimiento seguimos, y seguiremos.
Por Verónica Dema