Descripción
Las historias que nos cuenta Nato ocurren acá a la vuelta, en las cercanías, en el planisferio donde se mueven sus pasos y sus afectos. Ocurrieron antes, están sucediendo, ocurrirán. Nos cuenta con los pies en la tierra, lo que sus ojos han visto, lo que su mente crea, sin entrar en el mundo fantástico, no aparecen seres extraños sino cadáveres en un tanque, paraísos perdidos, grietas o barrancos inexplicables. Es una mirada profunda, no es indiferente a su entorno. No juzga, cuenta. Mejor, muestra, nos lleva con su prosa limpia, sin rebusques, rica en imágenes y referencias, nos hace cómplices de un narrador que siempre está en la historia que, como Nato, es un testigo privilegiado de su tiempo, este tiempo que al momento de escribir esta reseña está en ascuas, pero la vida continúa, a pesar de todo. En este puñado de cuentos Nato atraviesa los conflictos, miserias y grandezas de los hombres de carne y hueso que viven a la vuelta de nuestra casa o en nuestra familia, el hermano, hijo, abuelo, en el colegio o en la infancia. Discriminación, crítica social, feminismo, sueños alados, sueños truncados, despertares, los dramas profundos en la marginación, la ingratitud. Actos abyectos e instituciones en la mira. Nato tiene, con todo, una mirada comprensiva con sus personajes. El libro se cierra con un cuento de esperanza, de agradecimiento. Le da nombre al libro y tal vez sea el que más lo representa: “A veces, otra vida”. Más íntimo, nos habla de vida, de la madre, de valores, de la necesidad de la educación como manera de salir, de no quedar en la pobreza. Sí, “todos somos un poco felices y todos, a veces, queremos otra vida.”
Rubén Padula