Acabarlo a mano
cromosoma en jeans (2004), avuso (2005) y este acabarlo a mano, insisten en dos o tres pertenencias, singularidades de Yanina Magrini, a saber: el sentido de lo paródico, lo irónico y más aun, lo patético.
Por si no lo entendés/ esto es el mundo:/ abrir la despensa tocar/ un perro pasear un chico…líneas que fácilmente pueden adscribirse a las poéticas de los últimos veinte años pero que alcanzan algo más revulsivo, por ejemplo la recaída en las ternuras (que rozan lo adolescente o lo fatalmente infantil) y enunciaciones abismadas, no tanto en lo sensual o alguna erótica, sino en la crudeza de lo sexual.
El camión de basura, el pan del lenguaje y el amor entre ambos. Marcas. Extravíos.
La mugre, el resto fisiológico, sapos, ratas, en fin, los objetos menos suntuosos del existir (citados, por otra parte, con un regusto de afrenta, de admonición e impertinencia) enlazan este discurso que ha sabido avanzar, perder temores, proseguir.
Lo sepa o no Yanina (porque ¿qué sabe un poeta de su voz, excepto que se pierde?) desde su primer libro miralobien (2002) hasta el presente, ha ido internándose en el abandono, en la pregunta final que todos debemos soportar: cómo decirlo, cómo acallarlo al poema, al vivir.
Releyéndola (en ocasión de este postfacio, que sólo sirve a su autor, como todo aquello que intenta pensar, tocar, herir la poesía) me convenzo, no es estrictamente una retórica sino una intensidad lo que sombrea aquí…o mejor, una lírica al borde del buen decir y el bien pensar. Nada pide Magrini en sus poemas ya que los únicos/ que prestamos atención/ al mundo/ somos ladrones…en esta innoble tarea (robar) crece la otra y su trabajo, prestar atención y luego –con mínimos recursos – brindarlo al mundo.
Acabarlo a mano, ¿a qué? ¿Al poema, al silencio susodicho, al mundo, al lector, al sentido?
Mensajes de textos, restos y sobras del lenguaje titulan las secciones de este libro.
Poner el cuerpo, la palabra del cuerpo, su extinción, decepción y deseo. Eso.
Alejandro Schmidt