Mi metafísica
La obra poética de Alejandro Schmidt es una de las más extensas e interesantes de la Argentina, así como una de las más complejas y destacadas de las últimas generaciones. Desde su título inicial hasta el presente Mi metafísica, se ha constituido su autor en una voz de referencia para el género nacional. Sin embargo, se advierte al acercarnos a su obra un sano descontento del autor consigo mismo y sus logros, aunque sean tantos. La poética de Schmidt es una poética de la insatisfacción, que lo lleva a ahondar y buscar siempre una superación de lo anterior, como si nunca bastara con los territorios de lo indecible que ya ha ganado para el género.
Mi metafísica no es una excepción a esta constante de su obra. Como Paolo Uccello, el pintor renacentista que deseaba resumir en un solo trazo todo su arte, así Schmidt intenta, una vez más, condensar su potente voz poética en un solo poemario, dotado de versos breves, contundentes, despojados, absolutamente recordables. La economía de recursos que exhibe Mi metafísica afila todavía más la expresión del autor, cuando, en sus últimas obras, sus lectores creíamos que había llegado a un non plus ultra personal. La lección que nos da Schmidt en Mi metafísica es que, al menos en poesía, siempre se puede dar un paso más. ¿Hacia dónde? Definitivamente, y este poemario lo demuestra con claridad plena, rumbo al meollo mismo del lenguaje poético, allí donde reside aquello que creemos que es imposible decir, y que luego de que lo hace Schmidt, todavía ofrece un nuevo horizonte, tan lejano como el anterior. No se trata de espejismos huidizos, sin embargo: Schmidt construye siempre su discurso sobre terreno firme. Todos le debemos lo que ya escribió y le deberemos todavía más, a partir de la lectura de este nuevo poemario.
Luis Benítez