El Centro Cultural Recoleta (CCR), ubicado en la ciudad de Buenos Aires, propone una muestra que recorrimos y recomendamos: «Nueva edición argentina: 25 años de edición independiente 1999-2024».
Su curador, Damián Tabarovsky, explica, en un escrito que es introductorio al recorrido: «Así como en su momento se habló de ‘nuevo cine argentino’, deberíamos tal vez Ilamar ‘nueva edición argentina’ al movimiento espontáneo surgido en las últimas décadas en torno a la producción editorial local». Recuerda que «en los años 90 la edición argentina entró en crisis: muchas editoriales tuvieron que cerrar, llegaron al país grupos multinacionales que compraron los sellos tradicionales y se desarrolló un fuerte proceso de concentración empresarial. En medio de ese panorama por momentos desolador surgieron proyectos muy valiosos vigentes todavía hoy -como Beatriz Viterbo Editora y Paradiso, entre otros- y en 1999 se fundó Adriana Hidalgo». Esa es la fecha en que, simbólicamente, se decide datar «el comienzo de la tradición que presenta esta muestra».
En la muestra se cuenta que, con la crisis de 2001, hubo una explosión de editoriales independientes. «Esos movimientos modificaron el panorama de la edición argentina como nunca antes», se lee en una de las paredes, entre tapas de lo más emblemáticas.
En el recorrido se pueden observar tapas de distintas editoriales que fueron surgiendo en esos años. Es una fiesta para la memoria y la vista.
Cartografías, surgida hace 20 años, junto a tantas otras, no está entre las emblemáticas que seleccionó Tabarovsky. Se aclara que, por cuestiones de espacio, se trata de una muestra, con un despliegue parcial. Si queremos dimensionar el crecimiento de las editoriales independientes, podemos tener como dato la FED, Feria de Editores, que crece año a año y que en su última edición convocó a más de 320 editoriales independientes (incluidas algunas de América latina).
«Una amplia mayoría de los mejores libros aparecidos a partir de entonces fue publicada en pequeñas y medianas editoriales independientes», también puede leerse. Y es el escritor Hernán Ronsino quien apunta: «Siento que hay un fenómeno: comienzan a circular muchos escritores interesantes para que los conozcamos pero no por las editoriales grandes, fomentados desde la edición independiente».
En la muestra del CCR se consigna que «la edición independiente es sinónimo de creatividad y riesgo intelectual; de libros bien hechos, bien presentados, con alto reconocimiento: un lugar de pertenencia para nuevos autores y también para autores consagrados que vieron en ellas catálogos prestigiosos en los que querían estar».
Una aventura intelectual y estética, un escrito de la muestra del CCR
De las dos palabras claves de esta exposición -edición independiente- una, edición, es muy fácil de entender. Pero la otra, «independiente”, es más problemática. En primer lugar, implica que ninguna de estas editoriales pertenece a algún conglomerado editorial, a los grandes grupos de la edición nacionales o transnacionales. Son, para decirlo en términos económicos, pequeñas o medianas empresas locales (aunque casi todas exportan a América Latina y tienen fuerte presencia en España).
Pero hay una segunda lectura de la palabra «independiente» que es tan o más importante que la primera: la independencia de criterio. Estos últimos 25 años las pequeñas editoriales no se han guiado por otro criterio que el de independencia para pensar catálogos renovadores, para crear tendencias, para encontrar un lectorado ávido de nuevas lecturas, para actuar con otros modos comerciales y personales que el de los grandes grupos, para correr riesgos allí donde el sentido común muchas veces no lo recomendaba y sin embargo salir airosas.
Por supuesto que todas estas editoriales intentan también ser sustentables, pero lo hacen, ante todo, entendiendo a la edición como una aventura intelectual y estética. Atravesando los géneros -de la novela a la poesía, del ensayo al cuento, de la crónica al testimonio- para guiarse no por modas o novedades de corto plazo, sino para inventar caminos que no estaban previamente trazados.
Si tienen la posibilidad de visitar el Recoleta es un recorrido que se disfruta… sobre todo como lectores.