La joven poeta riocuartense, a propósito de la publicación de “Algo” (Cartografías, 2019), pone de relieve en esta entrevista para El Corredor Mediterráneo su compromiso vital con la lucha por un orden social más justo e integrador y que ella ejerce tanto desde su condición de poeta como de educadora.
Por Marcelo Fagiano
A
sus 51 años Elena Berruti se declara mujer, madre, compañera, amiga, profesora
de letras y poeta. Integró el taller Caja Negra y el grupo El Borde 5, de cuyas
publicación participó. La prestigiosa editorial riocuartense Cartografías le
publicó en los años 2007 y 2011 los libros “Zócalo” y “Pan apenas blando” y
ahora hace lo propio con “Algo”.
También
forma parte del grupo promotor del “Aguante Poesía”, Encuentro nacional de escritores, lectores y editores
de poesía, y en este marco coordina la acción el “Aguante Poesía va a la
Escuela” desde 2016. Asimismo fue directora de UniRío editora (UNRC) entre 2011
y mediados de 2015, y, desde 2017, creadora del espacio taller de poesía en
casa “versoRaiz”.
Elena habita esta pequeña aldea pampeana del siglo XXI,
fortín de la frontera sur, convertida en ciudad agrícola ganadera que se nutre
de los recursos naturales de lo que en el siglo XVIII se consideró un desierto
habitado por salvajes. Ella ha crecido aquí, recorriendo sus calles y habitando
sus espacios cotidianos:
“Mujer/madre/compañera/amiga/profedeletras/poeta”.
“Mujermente escribe, así como –y mientras- se juega, lee, denuncia, lucha, se
enraíza con furia amorosa en madre tierra para tejer vínculos con otros y
desplegar con sed de manada todas sus banderas…”, dice Marita Novo en la
contratapa de su último libro de poesía “Algo”, publicado por Ediciones
Cartografías con ilustración de tapa de Jimena Mateo. Por ese motivo, la invité
a charlar para ECM, en uno de los espacios del Museo Municipal de Bellas Artes,
sobre su obra y sus pareceres de la vida y el mundo que compartimos.
Uno
supone que la poesía nació junto al despertar de la cultura humana, es decir,
hay en nuestra historia innumerables voces, gritos y silencios pronunciados en
su nombre. ¿Qué lugar crees que ocupa la expresión poética en las sociedades
del siglo XXI?
Quiero creer, quiero poder afirmar que sigue ocupando un
lugar como voz, como una voz social y una voz artística, estética en el sentido
amplio de la palabra y, una voz ideológica, en el sentido de visión del mundo,
de la vida, del hombre, de la mujer, y ese querer creer no es ingenuo, lo
pienso desde las praxis en las cuales me siento con otros compañeros y
compañeras involucradas, llamale docencia, animación de lectura y escritura, me
generaría muchísima incertidumbre y, hasta vértigo, pensar que esa voz no ocupa
ningún espacio, no se le asigne algún sentido, un valor, de igual manera me
parece que también soy bastante reacia a pensar en asignarle un valor
diferencial de elite, al contrario, con tanto soporte dando vuelta y diversidad
de dispositivos y comunicaciones que se van, no solo transformando, sino
mutando los modos de comunicarnos o de incomunicarnos, creo que esta voz
resiste, propone, interpela y, a veces, simplemente nos deja mudos en un primer
momento de contemplación para después poder seguir en movimiento, pero sí, me
resisto a pensar que es una voz para unos pocos, para unos elegidos, para unos
expertos, lo pienso como una voz social entre otras tantas.
…y en
relación a eso, ¿cómo pensás que se vincula la academia universitaria con el
arte, la academia y la poesía?
En particular con la poesía… esto es algo que se da, no
solamente en nuestra academia, en la universidad pública de Río Cuarto,
acontece en carreras de letras de distintos lugares del país y de otros países,
en particular en las currículas de letras, a menudo, ella ocupa un lugar
bastante relegado, de cenicienta…
Pienso
en Patora (Marta Cisneros), como profesora de Letras, ella tenía su bloque
sobre las poéticas…
Patora es maestra, fue, es y será maestra de todas las
generaciones de alumnos y de alumnas, en aquel momento, y de profes actuales
que tuvimos la dicha de tenerla en Introducción a la Literatura, ella ha dejado
una marca indeleble y a mí me gusta mucho apostar a eso, en ejercicio del
laburo, porque tal vez el acto educativo sea eso, dejar algo, compartir algo,
marcar…
…y
volviendo al lugar que ocupa…
…me parece que estaba vinculado a varias relaciones de
poder, porque el género narrativo, entre las novelas, el relato, está muy
instalado en la cotidianeidad, antropológicamente es central en nuestra esencia
como especie y, en ese sentido, la academia ha reforzado esa preeminencia de la
narrativa, incluso en el caso nuestro sobre el teatro mismo, sobre el drama, la
literatura dramática. Con independencia de esa cuestión de estatus o de cómo le
va la poesía cuando empieza a tener alguna tensión de poder en el ámbito de lo
curricular goza, me parece, de muy buena salud porque también es muy requerida
por los estudiantes, no tanto como objeto de estudio…pero si te acostumbrás que
cada vez que empieza una clase lees algo, te lo van a reclamar el día que te
olvidaste de comenzar por ese lado. La poesía circula entre nosotros, está en
las letras de canciones, hay muchos blogs, está la cultura del fanzine que también
a la poesía le es muy propicia para habitarlo, me parece que más allá o más acá
de lo que la currícula mande o discipline hay una pulsión, un deseo de poesía
entre los estrados de letras. La poesía a veces nos permite micro rebeldías
interesantes, frente a lo institucionalizado, la burocracia, la meritocracia.
Siempre
existieron proyectos colectivos que nuclearon a diversos jóvenes, a nuevas
generaciones, en torno a propuestas artísticas, el cual parece ser un
comportamiento humano bastante frecuente. En ellos, casi siempre, se construye,
aunque inconsciente, desde algún paradigma, se festeja a determinados artistas,
se olvida o ignora a otros. ¿Cómo fue la experiencia del taller literario “Caja
Negra” en los ´90?
“Caja Negra” nos salvó del vacío de los ´90, ese vacío
entre cultural, simbólico, artístico, social, ideológico. Yo era alumna de
letras y me resistía a asumir que escribía, según yo… hacía ejercicios de
escritura, y empecé a asistir a “Caja Negra” y me quedé medio a vivir, les debo
a mis compañeros y compañeras del grupo sentirme y experimentarme como poeta.
Teníamos una frecuencia de juntada semanal, con esa energía joven, fresca y
despreocupada y a la vez muy seria, disciplinada, porque nos unía las ganas de
leer y escribir, más que nada de escribir, era un taller literario,
escribíamos, nos leíamos, hacíamos plaquetas, publicaciones económicas y que
pudieran circular rápidamente, llegamos a hacer un programa de radio en la FM
de la Universidad, lo recuerdo con mucha gratitud y como un momento de mucha
energía creativa compartida que circulaba, de construcción y de reconstrucción
de lecturas, discusiones estéticas, artísticas sobre no solo los gustos, sino
las orientaciones ideológicas, estéticas de los autores o autoras que nos
interesaban. En el grupo había diferencias de edades, había variedad
generacional lo cual era una de sus riquezas, después quedó más reducido y se
transformó en el “Borde 5”. Nos dimos muchos gustos, entre lúdicos y creativos,
todo lo cual generó un sedimento, que cada uno de nosotros potenció de alguna
manera, germinó, leudó, maceró para un lado o para otro y cada uno tuvo su
propia evolución.
En
algunos de tus poemas, prescindís del espacio y las palabras se unifican sin
respiración posible, hay allí una búsqueda deliberada desde la forma, es un
quiebre en la escritura convencional. Desde “zócalo”, “pan apenas blando” hasta
“Algo”, tu último libro de poemas, es un rasgo que aparece con mayor
frecuencia. ¿Qué podrías decir de esto?
Intento religar, tratar de unir lo que está escindido,
separado, un ejercicio de reunir lo que se ha desunido, como un acto
reparatorio, también creo que en otros casos puede obedecer a cuestiones más
lúdicas de ritmo, pero mirándolo así, a la retrospectiva, le asigno ese valor
como lectora.
Marita
Novo en la contratapa de “Algo” usa Mujermente…
Marita, como autora de la contratapa del libro es parte
de este paratexto que rodea, que acompaña y que presenta un libro, ha tenido un
gesto por demás generoso, porque en general quien es invitado a prologar o a
epilogar tiene todo el derecho del mundo a usar su propia voz y ella hace un
juego muy redoblado y retoma tonos que son de la estética de “Algo”, de
la política lingüística y en ese tono hilvana su propio discurrir en palabras
presentándoselo a los lectores.
En una
de las secciones de “pan apenas blando” (2011), decís “revolución es un sustantivo curiosamente femenino”. ¿Sentís,
como poeta, que la escritura tiene que dar cuenta de las transformaciones que
las mujeres impulsan hoy de manera militante en la sociedad? En el poema
ochoeme de “Algo”, es contundente tu voz.
Aquella frase vista hoy al 2019, me parece un atisbo de
una posición enunciativa que no creo que yo la haya conquistado o ganado, sino
al revés, me ha permeado enormemente y celebro que así sea porque… no sé si
la escritura tiene un deber ser, que dar cuenta de las transformaciones que las
mujeres vamos protagonizando de modo militante en la marcha histórica, no lo
sé, en teoría o como respuesta general y asertiva; menos pensarlo como un deber
ser del o de la poeta o de la poesía misma como discursividad. Sí creo, que aquellos chispazos, en este caso
trabajándolo con el principio rector de la lengua que es masculino, genérico es
masculino, así lo dice la RAE, así lo dice la colonia y la derecha también, por
supuesto; en aquellos chispazos el yo de los poemas se referenciaba femenino al
ochoeme de “Algo”… es tal cual lo decís vos: ha ganado la
contundencia, no desde una voz individual, sino como voz colectiva de la que
humildemente trato de formar parte: esta marea violeta y verde de mujeres por
el empoderamiento, por la libertad de ser eso, mujeres, cada una a su manera y
también por la necesidad de deconstruirnos en varias actitudes en las que nos
encontramos muy habitadas por el patriarcado, no sé si es un deber ser, a mí me
ocurre, me acontece, me atraviesa y me gusta que así sea, ser parte de esta
marea, esta marcha histórica tan potente y a la cual hay que seguir
construyendo día a día.
En el
mismo libro expresas “…escribo como
modo de intentar ser yo manera/lengua de mirarme…” ¿Siempre está
presente en tu escritura ese impulso?
Entiendo a la poesía como un modo permanente de
construcción de la propia identidad pero también de reconocimiento y de
construcción y reconstrucción de esa identidad, por lo tanto, es necesario
estar revisándola, limándole asperezas o generándole otras, la escritura es un
laboratorio, una cocina interesantísima para hacerlo, pero también tengo la
sensación de que en “Algo” en particular, tal vez por un efecto de edad,
me parece que el foco de “mirarse” pasa más al “mirarnos”, hay una
refocalización o al menos lo intento en la cocina de mi escritura, no sé si eso
se logra o no, eso lo dirán los lectores, pero en términos generales, si bien
sigue siendo una escritura del yo, hay una mirada más de lo colectivo, léase
género, clase laburante, docente, escribiente, no se, mi escritura busca estar
religándose a colectivos, no solo a la cuestión tan egodirigida, tan
egocéntrica.
Tenés experiencia con talleres
literarios (Verso Raíz actual y
otros anteriores), además ejerces docencia en relación a la literatura.
¿Leer/escribir poesía, se aprende, se descubre, se nace poeta, hay en torno a
ese oficio alguna creación personal o socio cultural que la conduzca?
Me
parece que estaríamos bastante determinados si esperásemos, de pronto, que
fuese una cuestión de cuna o de genética o de herencia, creo más en la lógica
de la construcción, creo fuertemente en la pulsión; para que uno se anime a
construir o a pensar que una práctica posible es leer y escribir, pensando en lecturas y en escrituras
creativas, tiene que haber una pulsión, está bueno que haya deseo, si media esa
pulsión, si hay condiciones y oportunidades habilitadas por el entorno
familiar, escolar, de laburo, estudio, oportunidades de disfrute de cultura, de
arte… puede acontecer. El gran problema es cuando esas oportunidades no están
dadas. Estoy convencida que cuando eso ocurre, dado un contexto estimulante y
no sancionador ¡cómo no vamos a poder ejercer el derecho humano inalienable de
inventar con palabras! Se puede laburar y hay que laburarlo, es fiesta pero
también es pelea con las palabras y con todo lo que está por debajo, por atrás
y por los costados de ellas.
Naciste en 1967 y se descarga sobre la Argentina la feroz
dictadura cívico-eclesiástica-militar en ´76, cuando tenías tan solo 9 años, al
retomar la democracia, en el ´83, cumplías 16 años, crisis del 2001 unida como un puente aterrador con el presente
de desamparo social en donde estamos inmersos. El país de tus sueños, en este
territorio, ¿hay que construirlo, tiene cimientos, te contiene?
El país de los sueños es un país
necesariamente inclusivo, diverso, democrático en serio, indispensablemente
solidario… y claro que hay que construirlo y, si los cimientos son endebles,
habrá que fortalecerlos. Hoy por hoy no sé si me contiene, los territorios
sí… No me siento en absoluto representada por quienes conducen, de manera
rimbombante, los destinos del país, pero me parece que ya hemos vivido un país
para todas y para todos y que está en nuestras manos, no digo reconstruir
melancólicamente ese pasado, pero sí construir otra vez y todas las veces que
sean necesarias, ojalá que no sean tantas, un país para todas, para todos y en
el cual entiendo no alcanza con lo que haga una cúpula dirigencial u otra, una
fórmula u otra, vamos a tener que apelar a construcciones colectivas desde el
pie, desde las bases y si las representaciones están en crisis habrá que seguir
interpelándolas, deconstruyéndolas. Estoy convencida de que sí, quiero que sea
así porque tengo hijos, porque soy profe de estudiantes y a cada rato, cuando
los veo, me encuentro con signos de esperanza.
Me imagino que habrá proyectos, continuidades…
Proyectos
siempre… ¡qué es la vida sino eso! Proyectos de los buenos. Con Marita Novo
estamos elaborando un libro que va a tener algún condimento de libro objeto: va
a reunir grabados de ella y poemas míos cuya edición estará a cargo de José
Ammann. Por otro lado, el “Aguante Poesía va a la Escuela” se nos ha ido de las
manos, empezamos con esa idea que compartíamos en una mesa del “Aguante”: ¿por qué
no vamos de visita los poetas a las escuelas?, comenzó con una experiencia
piloto, con todo el laburo de Cristina Giacobone primero, al que después se
sumó Anahí Asquineyer de Letras de la Uni, junto a todos los compañeros poetas
y cercanos al “Aguante”. Hay mucho requerimiento, cada encuentro en una
escuela, en cada territorio… es único, es muy interpelador y motivante, tanto
para poetas como para estudiantes y profes, ha crecido y sigue haciéndolo. Y
del “Aguante Poesía”, qué decir, es un estado de poesía permanente, como movida
tiene esa potencialidad, depende de que nosotros podamos darle aliento, es un
encuentro, no un evento, un encuentro de gente que se respeta, que se aprecia y
valora mutuamente, dispuesta a escuchar a otro, a otra y a valorar la palabra,
la voz poética, no es menor en los tiempos que corren, además de eso, incita a
lecturas y a escrituras, a revisarnos, provoca reuniones, ideas compartidas,
proyectos que por ahí no hubieran cuajado de no tener esos dos o tres días al
año para vernos los rostros, cruzar la palabra y detener un poco el tiempo… y
también, tiene una horizontalidad muy interesante que muchos otros eventos relacionados
con la poesía, me parece, no tienen. También pensaba, pensábamos, que en esta
edición de la Feria de Editoriales Independiente (FEI), tan cercana, iba a
estar y estuvo muy presente Pedro Centeno; entre otras cosas la escritura, la
lectura, tienen efectos e intentan, a veces logran, hacerle pito catalán a la
muerte, es tan reciente lo de Pedro, la muerte física, que varios de nosotros
aún no lo habíamos puesto en palabras hasta la FEI, en donde estuvimos feriando
y recordando anécdotas, y Pedro apareciendo como sujeto de un discurso, de un
recuerdo… Una profe de una de las escuelas me dijo: “en el próximo Aguante Poesía va a la Escuela los poemas
de Pedro van a estar dando un montón de vueltas por las aulas y por los patios
de las escuelas”, ¡mirá si no le hace pito catalán a la muerte!
La conversación concluye en este
atardecer de otoño, queda mucho para charlar, para aprender, para conocer a los
artistas de nuestra crecida aldea agropecuaria. Elena se despide mujermente
hablando y continúa su destino de palabras mientras me quedo con “Algo” en las
manos, leyendo el poema que le da nombre a su libro.
Algo
Algo
pequeño
en minúsculas
no todo, claro
ni mucho ni bastante
ni siquiera alguien
o alguna, alguno
algo como quien dice
pizca
o sacarle un pellizco
a la nada
al nadie
o al nunca
así: algo
¿algo para tener?
como posesión o
propiedad privadísima
No
¿para poder con algo?
como autoridad o
vigilancia
No
¿saber algo?
como atributo o
investidura
Tampoco
Más bien como querer
algo, no sé,
desearlo sin placidez
pulsar hacia algo sin
romance alguno
sin que medie encanto
¿algo en qué creer?
como religión o
ciencia o proyecto
No.
Algo que te despabile
como coscorrón en la cabeza
que te sacuda del
letargo
que te anime sin
fiesta
algo de beber sentir
jugar
algo que cuidar para
que crezca
algo que arriesgar o
que
desvele sin tormento
o
para conjugar en
tiempos y modos que aún no conocemos.