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El Concejo Deliberante de Río Cuarto destacó a Editorial Cartografías como de interés cultural

Pablo Dema, de Editorial Cartografías, recibe un reconocomiento en el Concejo Deliberante.

El Concejo Deliberante de la ciudad de Río Cuarto destacó a Editorial Cartografías, que este año celebra sus 20 de trayectoria, como un proyecto «de interés legilativo, cultural y social» para la comunidad.

Cartografías es una propuesta editorial autogestiva, creada en 2004, que pudo sostenerse y crecer por una beca inicial del Fondo Nacional de las Artes (FNA) y la red de autor@s y lector@s que se suman día a día. También, por el apoyo de gestores culturales y comunicadores  que siempre difunden nuestras actividades.  Esta vez, también llegó el reconocimiento institucional del Poder Legislativo local.

 

Distinción del Concejo Deliberante de Río Cuarto a Editorial Cartografías.
Distinción del Concejo Deliberante de Río Cuarto a Editorial Cartografías.

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En una sesión anterior del Concejo Deliberante, también se había otorgado una  distinción similar al libro de poesía reunida Te deseo un río, de Diego Formía, editado por Cartografías, que se presentó en la centenaria Biblioteca Mariano Moreno hace unos días.

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Pablo Dema, co-fundador de Cartografías junto a José Di Marco, y uno de los directores de la editorial, se acercó a recibir el reconocimiento y agradeció en nombre de quienes trabajamos para sostener este espacio cultural. La editorial lleva editados 108 títulos de las colecciones Archipiélago (poesía), Tusitala (narrativa), Radiografías (ensayo), El límite es adentro (traducción) y Preguntas de mi tamaño (infantil).

Distinción del Concejo Deliberante de Río Cuarto a Editorial Cartografías.
Distinción del Concejo Deliberante de Río Cuarto a Editorial Cartografías.

 

En la próxima Feria del Libro Juan Filloy presentaremos varios de los nuevos títulos de este año aniversario para la editorial.

Por Verónica Dema

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Luis O. Tedesco publicó su libro de poesía Sangre subjetiva

Luis O. Tedesco, Sangre subjetiva.

Dejala ir, no se te ocurra

drenarla, organizar un territorio

donde recluida no salpiche,

ni su manchón rojo se extienda

en los cañaverales de la piel,

tan rígida tu piel sin sensaciones.

Luis O. Tedesco

 

Este es el poema inicial de Sangre subjetiva, de Luis Osvaldo Tedesco, una coedición entre Cartografías y ediciones la yunta, la quinta experiencia conjunta con  este sello independiente nacido en Buenos Aires.

Dice uno de los editores de la yunta, Alejandro Cesario: «La coedición entre dos editoriales permite no tan sólo poder editar el libro, sino, además, ampliar la posibilidad de lectores, ya que cada editorial puede distribuirlos en lugares distintos y darlos a leer a escritores/poetas de distintos lugares».

Suma: «Poder compartir la edición de un libro, su armado y su diseño es una aventura que al ser compartida enriquece desde todo punto de vista, no solo a los editores, también a quienes elijen publicar, ya que cuentan con más de una devolución de sus escritos».

Luis O. Tedesco, un autor con trayectoria que vale la pena leer

Luis O. Tedesco es un autor de una enorme trayectoria, que  vale la pena editar y leer. Nacido en Buenos Aires en 1941, es considerado una de las voces poéticas más personales de la Argentina. Publicó los siguientes libros de poesía: Los objetos del miedo (1970), Cuerpo (1975), Paisajes (1980), Reino sentimental (1985), Vida privada (1995), La dama de mi mente (1998), En la maleza (2000), Aquel corazón descamisado (2002), Lomas del mirador (2006), Hablar mestizo en lírica indecisa (2009), Malón en cautiverio (2013), Lucho Maidana ataca. Monólogos en contexto de encierro (2014), El sin… de mi aparente (2017), Poesía política (2019), Queridísimo hermano (2020), El imposible lacerado y otros baruyos del idioma (2021), Agua negra la noche. Diario humanar del endecasílabo (2023). En 2005, el Fondo Nacional de las Artes publicó su Antología Poética.

Recibió el premio Domingo Faustino Sarmiento, otorgado por el Senado de la Nación a su trayectoria literaria (2008). En el año 2014, la Biblioteca Nacional lo distinguió con su Premio Rosa de Cobre. En 2024, la Fundación Konex le otorgó el diploma al mérito.

–  ¿Por qué leer a Luis Tedesco?, le preguntamos a Alejandro Cesario

Hay que leer a Tedesco porque es una poesía que vigoriza la lengua, donde la palabra siempre se vuelve palabra poética. Porque Tedesco escarba en la lóbrega umbría, corroe el lenguaje en un tono único, lo descarna y, con absoluta robustez, lo alberga de belleza y emoción. Leerlo siempre mece el ánima. Toda la obra de Tedesco ha de ser leída como el acaecer viviente del idioma.

Por Verónica Dema

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Golpes en la puerta, de Joaquín Vazquez (lectura crítica de José Di Marco)

Escribir renegando del misterio (en la distancia oscura entre el sentido y el deseo). Acerca de Golpes en la puerta, de Joaquín Vazquez 

Kintsugi Editora, Buenos Aires, 2004 (70 páginas)

 

A la pregunta “¿qué significa un poema?”, Harold Bloom responde: “El significado de un poema es otro poema”. La concisión vuelve a la respuesta tan contundente como enigmática. Cuando se trata de la atribución de sentidos, un poema da nacimiento a otro, y la poesía constituye una retícula tramada por una multitud heterogénea de poemas, que proceden de épocas, culturas y lenguas diversas. Esa red multiforme se expande y prolifera porque la escritura –según Bloom- no es otra cosa que la interpretación deliberadamente errónea de un poema precedente o de la poesía en general. Se trata de leer intencionadamente mal, desobedeciendo las tradiciones impuestas. Se trata de reescribir transgrediendo las significaciones autorizadas. 

Sin embargo, la poesía, en tanto que una formación discursiva singular, dialoga, intercambia y discute con otras formaciones discursivas, con otros juegos de lenguaje, con otros saberes. ¿Qué reescribe, malinterpreta, combate ex profeso Joaquín Vazquez en este libro? 

 

Conforme lo que alega Florencia Abadi, en el “Prólogo”, más que certero, lo que “retorna, con matices inciertos, hasta quizás disolverse”, en Golpes en la puerta, es la antigua disputa entre filosofía y poesía.  

Los epígrafes anticipan la tonalidad con que Joaquín se aproxima e introduce en el asunto predominante:  

Abjuré del misterio 

y mi ceniza 

se deflagra en la luz. 

Aldo Oliva 

 

La lengua es lo primero 

que se pudre en un cadáver. 

Luis Sagasti 

 

En los versos de Oliva, la renuncia voluntaria al misterio conlleva la carbonización, el volverse residuo, polvo, vestigio. “La palabra misterio ya no explica nada”, atestigua un verso afamado de Ricardo Zelarayán que puede acoplarse a los de Oliva. Para que se haga escuchar lo que el poema quiere que el pensamiento escuche (y varios de los poemas de Golpes en la puerta les hablan, directamente, interpelándolos, a distintos filósofos), Vazquez reniega del misterio que esclarecería tanto la sustancia última de la poesía como la naturaleza trascendental de la filosofía. Escribir renegando del misterio equivale a desplegar una imprecación, incluso una blasfemia. El precio con que cotiza la elección de ese rumbo es alto: si bien conduce a la luz, al desvelamiento, a la transparencia, el recorrido presupone asimismo la deflagración. Escribir blasfemando, imprecando se asemeja a incinerarse en el trayecto, a volverse escoria, a consumirse. 

Por otra parte, en el acápite que lleva la firma de Sagasti sobresalen los términos “lengua” y “cadáver”. Los mismos ensanchan, en el transcurso del poemario, el valor figurativo, simbólico que ya connotan. La lengua deja de ser solamente el músculo ubicado en el centro de la boca y el cadáver, la carne que alimenta a los gusanos. 

“Úlcera”, el poema inicial, el más lírico de todos, no sólo retoma y explaya lo que se insinúa en las palabras de Sagasti sino que, además, traza la poética que articula el poemario íntegro: 

 

Leí un poema 

que puso su índice en mi esternón 

y me ulceró. Después apoyó su mano en mi frente 

descansá, dijo 

y, desplomado 

por un segundo 

vi miles de bocas rugir a la vez 

en la lengua de los filósofos muertos: 

un coro demencial 

afinado en una nota tan simple 

que fui incapaz de retenerla. 

 

El tema es lo que provoca la lectura de un poema, sus ramificaciones imprevistas. Primero, lesiona, llaga, desmaya. Luego, desencadena una visión que culmina en la escucha de una voz desmesurada, “un coro demencial” que, no obstante su simpleza, resulta imposible de retener. El uso de la prosopopeya inviste a lo que deriva del acto de leer de una potencia extraordinaria. En Golpes en la puerta se invoca, para discutirla, a la “lengua de los filósofos muertos”, una polifonía de voces ausentes. Lo que sigue es un diálogo con escrituras pretéritas. 

Así, escribir renegando del misterio posiblemente consista en la imposibilidad de retener los restos de una voz plural, lejana e insistente, y en construir, sobre la base de ese impedimento, con las reverberaciones de lo muerto, una poética en la que los vestigios de lo incontenible cobran una importancia inusitada.  

Vazquez emprende lo que Mark Fisher, en consonancia con Derrida, denomina “hauntología”, es decir: una conversación con fantasmas. ¿Qué viene a decir el coro espectral cuando se hace presente? ¿Acaso llega, desde el olvido, para enrostrarle a la poesía su condición disyuntiva, problemática, contradictoria? La escritura deviene un trabajo de memoria que convierte al duelo en una gramática. 

 

Algo de esa condición reverbera en “Dilemas”, un poema en el que yo se desdobla en una segunda persona y lo acribilla un encadenamiento de preguntas que no son retóricas y que demandan respuestas decisivas:   

 

¿Qué dios gobierna 

el Olimpo de tu corazón? 

¿Cuál altera el orden, cuál vigila? 

¿En qué creen tus vivos? 

¿Tus muertos te tienen fe? 

Llamá, contalos. ¿Cuántos llevás? 

¿Tu favorito? 

¿Honrás, hacés estatuas 

degollás chivos expiatorios con devoción?  

 

No, les escribís 

y no sabés si alcanza. 

Si en el rito del poema viene otra cosa 

más sagrada, más antigua 

una voz, un brillo, una forma animal 

¿huís? ¿O hacés espacio? 

 

Si hubo imágenes sagradas 

ya no se distinguen. 

Esta es la desesperación que aceptamos: 

queremos el mundo pero no nos basta. 

   

Golpes en la puerta enfrenta la encrucijada y ensaya una contestación; no se fuga y habilita un lugar para que los restos diluidos y opacos de lo sagrado se manifiesten en tanto que una pérdida irremediable (apenas imágenes confusas).  

En el par de versos que cierra el poema, la desesperación asumida es un anhelo insatisfecho: “queremos el mundo pero no nos basta”. Wittgenstein –al que se menciona en “Jardinería” -decía que lo místico es que “sea el mundo”. Lo que el mundo es, una trama de hechos, el lenguaje no lo puede representar, sin caer en las divagaciones de la metafísica, en sus sinsentidos; lo que el lenguaje puede hacer con la totalidad finita de hechos es mostrarla, indicarla, sugerirla. Pero, a los poetas, eso no les alcanza. 

Joaquin Vazquez 

Lo que regresa en Golpes en la puerta –señalaba Abadi- es la antigua disputa entre filosofía y poesía. Vuelve con “matices inciertos”. Retorna casi diluyéndose. La disolución de la reyerta proviene de un ejercicio deconstructivo, porque se trata de derruir la filosofía desde adentro, de mostrar sus fisuras ingénitas, de introducir, en su corpus continuo y sólido, el ácido indómito y casual de la contingencia que sacude y conmociona, que pone en escena la presencia inexorable del error, de lo impensable, de la finitud. 

Para consumar tal ejercicio, Vazquez selecciona episodios clave de la historia de la filosofía, recorta escenas biográficas y sintomáticas; se trata de poemas titulados con el nombre de pensadora/es que funcionan como lo que Deleuze llama “personajes conceptuales”, un modo de ser subjetivo del pensamiento. Así, según los títulos, se dispone un elenco de nombres desde un punto de vista cronológico, cuyas figuras estelares son: Heráclito, Sócrates, Platón, Aristóteles, Diógenes, Lucilio, Marco Aurelio, Plotino, San Agustín, San Anselmo, Descartes, Spinoza, Kant, Hegel, Schopenhauer, Nietzsche, Warburg, Heidegger, Macedonio Fernández, Foucault, Wittgenstein y Benjamin. Un reparto predominantemente masculino al que se agregan los nombres, para hacerlo temblar, de mujeres díscolas, convencidas, perspicaces y valientes, a saber: Hannah Arendt, Simone de Beauvoir y Simone Weil.  

Esa concatenación de “personajes conceptuales” incluye el desarrollo de crispaciones internas: por ejemplo, la de Hegel con Schopenhauer (“Todo lo real es caprichoso”), la de Beauvoir con Weil (“¿Que es el materialismo?”). De esta serie participa asimismo “¿Qué significa pensar?; este poema remeda el título de un ensayo de Heidegger y uno de sus versos le da nombre al libro de Joaquín: 

Pensar ha sido eso: 

escuchar golpes en la puerta 

pero no abrir. 

Visitar la fuente y no beber. Permanecer en el umbral. Ser el testigo de lo que se anuncia sin revelarse. Mantenerse al filo de la inminencia de una revelación que no se produce, como diría Borges. Pensar acaso consista en una actitud poética, en un juego en que el lenguaje mismo retrocede, se abisma, calla, y en el que el ansia de descubrimiento de una verdad perenne es sustituida por la espera, no de la muerte, sino de algo que no es otra cosa que la espera misma. Tal vez, el deseo del mundo sea esa espera. Quizás, el disolverse de la filosofía en la poesía sea la dilución de las palabras en el silencio. Espera de la espera.  

 

Pero, además, la escritura de Joaquín practica modulaciones dispares y traza variadas escenas de enunciación en las que el monólogo y el soliloquio conviven con los consejos y las interpelaciones (“Grandísimo”).  

En “La educación de los niños”, la enunciación cobra un tono pedagógico, admonitorio: ante la demanda de una mamá ansiosa por la formación de su hijo, un poeta que habla desde su experiencia, le responde: 

Se trata, sobre todo 

de aprender para vivir: 

que el entendimiento rija sus excesos 

pero que no los evite. 

La inacción no educa 

y el encierro tampoco. El estudio 

se compensa con la vida en jardines 

o en las montañas. Que viaje. 

Se trata de aprender para vivir porque la meta del aprendizaje no es el acopio de conocimientos ni la incorporación de valores; importa menos la transmisión de saberes y ejemplos que el desafío constante a la autoridad, el amor a todas las lenguas, el esfuerzo por el pensamiento libre, la aceptación de los errores propios, la disposición al viaje. 

Lo que la poesía le dice (la hace saber) a la pedagogía es que las jerarquías -que la legitiman y sustentan- la distancian abruptamente de las eventualidades que hacen de la vida un arte, una lenta preparación para la felicidad. 

 

En “Tremor”, el último poema del libro, debido a que el asombro, suplantado por el espanto, ha dejado de ser el término que insta a la interrogación filosófica, el yo poético se pregunta:  

 

¿Cómo salir de la afasia? 

¿Cómo hablar sin decir 

horror, sin decir absurdo? 

 

¿Quién, en el vacío que reina 

en el interior de la materia, quién 

atendería mi súplica si yo mendigara 

en la distancia oscura 

entre el deseo y el sentido? 

 

El centelleo escalofriante que se agita en el título, anticipando el horror y el absurdo a que parece destinada la filosofía en el presente y que la condena a la afasia, se atenúa si, como sostiene Pierre Hadot, consideramos que la misma estriba, ni más ni menos, que en un ejercicio espiritual: “una actividad casi siempre del género discursivo, ya fuese racional o imaginativa, dirigida a modificar, en sí misma o en los demás, la manera de vivir y de ver el mundo”. Esa transformación del mundo y de sí misma/o encuentra, en la palabra poética, en las vacilaciones de su decir errante, en su música indómita, su tonalidad predilecta, su cauce apropiado. 

Acerca de esa metamorfosis, morosa e inadvertida, que carece de fundamento y finalidad, acaso jamás consumada con certeza ni plenitud, hablan, dicen, cantan los poemas de Golpes en la puerta, despejando el lenguaje de toda añadidura ornamental, haciendo de la concisión, la ironía atenuada y la tersura precisa virtudes expresivas, canales de la emoción estética, formas singulares por las cuales la belleza, aun en su acritud, se deja sentir.  

José Di Marco

Otros títulos de Joaquín Vazquez en Editorial Cartografías

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Tráiler, el último libro de poemas de María Calviño

María Calviño

Tal como escribe el editor José Di Marco en la contratapa de Tráiler, el libro que acaba de publicar María Calviño en Cartografías, «un tráiler es un video que resume una película entera ‘que parece llevarnos/ a alguna parte/ que nadie sabe dónde queda’ y, asimismo, un remolque en cuya ventanita asoman unas pencas que escuchan, calladas, con sus espinas oscuras, los latidos de la palabra desdetenida«.

Cuenta Mary Calviño que empezó a escribir Tráiler alrededor del poema que le da nombre al libro y a partir de otros fragmentos que fueron surgiendo entre 2021 y 2022, en tiempos de pandemia. «En 2022, precisamente, la editorial cordobesa Bardos reeditó mi libro Fin de semana largo, donde el poema central tiene relación con ir, venir, moverse; un poco impulsado por la emergencia climática ahí se usa el lenguaje de los traslados», dice. «De pronto, nos habíamos quedado quietos [por el aislamiento por el Covid], presumiblemente en un planeta que se decía encerrado e inmóvil, aunque las cosas nos sucedían de modo tortuoso, público o visiblemente normado, algo torpe. Perdíamos gente querida, nos perdíamos».

Tráiler, el libro de poemas de María Calviño

En diálogo con Mary, reflexiona: «Diría que en Tráiler busqué un lenguaje enfocado en ese mínimo arco del movimiento inicial o de la quietud insólita, porque si bien la relación entre los poemas es endeble, en cada uno hay algo quieto que comienza a moverse –o amenaza con hacerlo- y al revés: algo se detiene». Y sigue: «Puede ser en el espacio, el tiempo, la expresión, la vigilia, el sueño o la luz; la figura humana o vegetal o animal siempre un poco escorzada (como pasa también en los tráilers de películas cuando eligen darnos una sola dimensión del asunto, o una parte)».

El libro está ilustrado, en la tapa y también en varias páginas del interior, por la poeta y artista Mariana Robles, autora de la familia de Cartografías con dos libros de poemas: El nacimiento de lo extraño y Retamas en la dimensión sin nombre; y el libro infantil: ¿Vive el tiempo en algún lugar? Las pinturas, a pleno color, fueron creadas por Mariana luego de leer los poemas de Mary. En ese ida y vuelta hubo lecturas y algunas conversaciones entre ambas: Mary le contó su concepto del libro, cómo fue el proceso de creación, le señaló que Tráiler tiene las estrofas separadas por estrellitas porque de algún modo también es una invitación a leerlo de manera desordenada, entre otras cosas.

«A raíz de ese desarrollo, de cómo el poema se va convitiendo en el libro que resultó ser, de lo que trata la mayoria de los textos es de detectar un pequeño arco de movimiento desde la quietud», le contaba Mary a Mariana.

Una estrofa del poema Tráiler dice:

Y cuentan que cuando al fin
nos damos, alma sin ancla
en el latido mismo
del corazón, este cachivache
se empieza a mover: palabra
desdetenida, de dicha
desdemorada.

Es el latido del corazón lo que nos hace reconocer que estamos en movimiento. Y en todos los textos hay un momento en que algo que está quieto se empieza a mover o algo que parece quieto en realidad se está moviendo. Dice Mary: «El tráiler enlaza esos dos sentidos: una especie de relato anticipatorio de algo que no se termina de cerrar, porque en verdad es una invitación a ver/leer; y, por otro lado, ese vehículo que es un recipiente, que no tiene motor propio, que necesita ser enganchado a la verdadera fuente de tracción de ese tráiler, que es un lugar hasta donde se puede vivir».

Dibujos del interior de Tráiler, por Mariana Robles.
Dibujos del interior de Tráiler, por Mariana Robles.

-¿Por qué decidiste publicar en Cartografías, Mary? 

-Que Tráiler salga por Cartografías es una alegría que no me quise perder. Porque recuerdo la editorial de los inicios, ahora cumpliendo veinte años, con el mismo amor por los libros de papel escritos más desde un territorio que desde el mapa, y la amistad que me une a los cartógrafos resultó inevitable como la poesía. 

Por Verónica Dema

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Mariana Robles publicó su poemario Retamas en la dimensión sin nombre

Ilustraciones de Mariana Robles.

Mariana Robles publicó su poemario Retamas en la dimensión sin nombre, en la colección Archipiélago de Cartografías, que, tal como señala el editor Pablo Dema, puede leerse de modo independiente o una continuidad de El nacimiento de lo extraño (2020). Precisa el editor en la contratapa del libro: «Si en el primero [El nacimiento de lo extraño] se reconstruían los orígenes de un vinculo madre hija dominado por la perspectiva infantil y una separación forzosa que abrió una herida, en éste el amor materno filial y el deseo de reencuentro son los pigmentos que están en la base de un paisaje que es el escenario de un paseo compartido».

Y suma: «Como Dante y Virgilio, como los héroes románticos que crearon Novalis y Hölderlin, la madre y la hija se toman de la mano para transitar por una geografía plagada de símbolos y de criaturas extraordinarias surgidas de la imaginación de esta poeta artista que homenajea y recrea la tradición pictórica occidental en los poemas y en las pinturas que acompañan los textos. A lo largo del viaje, la hija madura y sana, mientras que la madre va destilando reflexiones sobre su experiencia que serán atesoradas, más allá de estos personajes singulares, por cada lector que se remonte a su condición básica de criatura dadora de vida».

Retamas en la dimensión sin nombre, de Mariana Robles.
Retamas en la dimensión sin nombre, de Mariana Robles.

Conversamos con la escritora Mariana Robles para que conocer qué la motivó a escribir este segundo libro de poesía (Mariana tiene publicado también ¿Vive el tiempo en algún lugar?, de nuestra colección infantil), por qué volvió a elegir esta editorial y qué significa para ella publicar poesía en estos tiempos tan críticos para la cultura en nuestro país.

-¿Qué te motivó a publicar este libro de poemas?

-Hace algunos años publiqué en Cartografías El nacimiento de lo extraño y, ahora, Retamas en la dimensión sin nombre. Ambos libros se encuentran relacionados: los dos poemarios recorren un territorio singular de la geografía materna, los paisajes de la infancia que se presentan actualizados por ciertas imágenes ensoñadas. Me pareció interesante e importante que pudieran verse de ese modo, en una continuidad, pero también como el desarrollo de una pulsión del orden de lo mágico que opera en los poemas. En ese sentido, Cartografías resulta el cobijo ideal para resguardar esos mundos subterráneos, los senderos nocturnos, los recovecos porosos que sostienen las palabras.

-¿Qué significa en estos tiempos de crisis y ajuste a la cultura dedicarles tiempo y esfuerzo a publicar poesía?

-La realidad puede ser, no sólo ahora sino siempre, una condición peligrosa para la ensoñación y el pensamiento y la poesía convertirse en la vía intensa para acceder a imágenes extintas, preciosas o sagradas. En la actualidad, en el contexto de crisis y ajuste a la cultura sabemos que lo económico afecta de manera determinante las producciones artísticas. Advertimos, cada día, la reducción o extinción de los diversos financiamientos que existían, pero, principalmente, asistimos a la construcción de muros que clausuran toda diversidad de pensamiento y de experiencia imaginaria.

Un lenguaje violento y degradado irrumpe para arrasar con todos los pliegues de la lengua y, entonces, puede justificar el vaciamiento con las más burdas pruebas. Argumentan que en un país donde hay niños con hambre el estado no puede sostener el teatro o la gestión de museos públicos cuando, en realidad, la pobreza es, también, una consecuencia de las políticas públicas que no incluyen en sus planificaciones programas culturales. Creo que seguir publicando es un gesto grandilocuente en estos momentos, es una manera de ofrecer al mundo una versión diferente, un conjunto de palabras blandas frente al monstruo que cuantifica cuerpos para arrojarlos a la maquinaria productiva. La poesía nos salva de eso, de convertirnos en cosas, en enemigos, en desconocidos de nosotros mismos y de nuestra historia.

Por Verónica Dema

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Raros e inadaptados, lecturas de antipedagogía spinozista, de Guillermo Ricca

Guillermo Ricca, en el XVIII Coloquio Internacional Spinoza.

Guillermo Ricca acaba de publicar Raros e inadaptados, lecturas de antipedagogía spinozista en la colección Radiografías de Cartografías.  Se trata del segundo libro de divulgación filosófica que publica en la editorial, después de Manual para naufragios (2020).

En la contratapa del libro, Diego Tatián propone una lectura de este libro, que considera hermoso para todas las personas que hayan transitado alguna vez las instituciones educativas. En un tramo de su texto, escribe: «Por su modo de exploración del mundo, pero también por una escritura que no pide permiso ni paga diezmos, Raros e inadaptados es un libro concebido bajo esa inspiración spinozista mayor que es -en el doble sentido del genitivo- la libertad de pensamiento (¿acaso es posible una cosa sin la otra?), siempre en las antípodas de la educación como «modelo adaptativo a la injusticia que pregona una actitud positiva ante el derrumbe del mundo». Un libro hermoso que quienquiera haya transitado alguna vez las instituciones educativas quisiera leer y haber leído».

Su autor, Guillermo Ricca, en este escrito que compartimos reflexiona acerca de cuál fue la génesis del libro, los motivos por los que considera importante que circule, se comparta y debata en la comunidad lectora de esta época.

Raros e inadaptados, de Guillermo Ricca.
Raros e inadaptados, de Guillermo Ricca.

«Empecé a escribir Raros e inadaptados, lecturas de antipedagogía spinozista durante la pandemia. En ese tiempo mi hija era adolescente y atravesaba una crisis escolar, como muches otres adolescentes en su misma situación. Con mi grupo de investigación de la universidad estábamos en una conversa virtual sobre los mismos temas o similares: el acto de educar en el contexto del neoliberalismo. También venía de indagar en el sentido de una palabra que Spinoza utiliza en su filosofía, una palabra rara, difícil de traducir: obsequium. Esa palabra, según el contexto, puede significar don, obsequio o, también, obsecuencia, obediencia. Recordemos que, para Spinoza, el deseo, que es la esencia misma de lo humano, siempre es reclutado por causas externas. No hay deseos propios. Por tanto, el obsequium es consentimiento o resistencia a dar ese consentimiento».

«Me puse a buscar ficciones literarias en las que les estudiantes no cedían fácilmente al reclutamiento escolar. Para mi sorpresa encontré, en novelas y cuentos de aprendizaje, mucho material para eso que me proponía pensar».

«Como dice Deleuze, hay lo que “fuerza a pensar”. No siempre seguimos ese impulso. La mayor parte del tiempo el pensamiento discurre en las bajezas propias de la idiocia que circula: repetimos frases hechas, somos hablados por clisés que repetimos de manera poco reflexiva. Aquello que fuerza a pensar, cuando nos fuerza, hace que las bibliotecas se quemen. Entonces, salimos a buscar otras».

«Las ficciones sobre estudiantes ‘raros e inadaptados’ que encontré en esa búsqueda interrogan en torno a la médula de la filosofía de Spinoza: la libertad de pensar y de hablar, como potencia del pensamiento, inmanente, como filosofía práctica, como forma de vivir. Esa forma de vivir que sería la forma propiamente humana de hacerlo se encuentra asediada en esas ficciones que leí, por amenazas de todo tipo: el odio del síntoma, el rechazo de la singularidad y de la rareza—todes somos rares—la identificación al ideal, sin mediaciones, la norma social como discurso Amo, entre otras».

«Este cuadro de problemas desafía al pedagogismo, en tanto ideología, a saber: que se puede enseñar un contenido atendiendo sólo a las formas de hacerlo y sin tener ningún tipo de perturbación real con una disciplina o con un problema que interpela al saber. En otras palabras, el pedagogismo se protege, se inmuniza de quedar expuesto a eso que Pier Paolo Passolini, en su poema Las cenizas de Gramsci, nombra como ‘la desesperada pasión de estar en el mundo’”.

«En esa inmunización, aquello que muere, inevitablemente, es la educación misma en tanto posibilidad de que alguien sea tocado por una verdad, capaz de causar un desvío en su destino, preanunciado por el discurso de la época que propone la tachadura del otro, para imponer un mandato al goce desregulado en el que, cualquier verdad, es mera opinión entre opiniones».

«Para la filosofía, desde Platón hasta Spinoza y, me animaría a decir, hasta los resabios de la contracultura fallida del post 68, educar es corromper a los jóvenes. Es decir: tratar de sustraerlos del discurso que busca convertirnos en cosas entre las cosas. Despojados de toda rareza, limados para funcionar al compás del desastre y gozando en el mismo derrumbe del mundo».

Para agendar: Presentación del libro Raros e inadaptados, de Guillermo Ricca. El viernes 9 de agosto a las 20 en Tintorería japonesa (Constitución 947, Río Cuarto). Presentan Dana Botti y Diego Tatián, junto al autor y editores de Editorial Cartografías. Libre y gratuita, como la educación pública. ¡Lxs esperamxs!

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¿Lo leíste? «Para investigar», de Julia Cisneros (por José Di Marco)

Julia Cisneros

La pura potencia del infinitivo. Una lectura distante de Para investigar, de Julia Cisneros (Colectivo Glauce Baldovin, Río Cuarto, 2024, 65 páginas). 

Bellamente editado por el Colectivo Cultural Glauce Baldovin (el Colectivo azul aporta el arte de tapa), Para investigar, de Julia Cisneros, es el quinto título de la colección Guadal. Mientras los cuatro anteriores son poemarios, este libro agrupa textos heterogéneos: enumeraciones, listas, apuntes, ayuda memorias, crónicas, micro-relatos autobiográficos, citas, collages.  

Así, Para investigar establece una inflexión y marca una diferencia con respecto a la serie en la que se inscribe: no se trata de un conjunto de poemas, y en su articulación discursiva se anudan la escritura con la tipografía y la imagen. Por ese entrelazamiento, Para investigar se torna un objeto investido de una apariencia estética insoslayablemente visual. Está hecho para que los ojos recorran su superficie ensayando una contemplación activa. Está hecho para ser mirado (mientras se lo lee). 

 

*** 

Su título, una preposición seguida de un infinitivo, enuncia un proyecto, un campo de posibilidades, una experiencia de corte virtual. Julia Cisneros toma nota y deja un registro de lo que hará (haría) en un futuro. De esas tareas por venir da cuenta, especialmente, la sección organizada alfabéticamente de la A a la F (págs. 27-37): profundizar en el conocimiento de la biografía de Salvadora Median Onrubia; buscar en las bibliotecas del mundo libros para ejercitar oraciones; pedir o comprar miles de láminas didácticas para hacer collages; encontrar casitas de horneros y sacarles fotos; investigar árboles genealógicos; averiguar sobre San Martín (los espías que envío a Chile, el destino de sus bibliotecas).  

Para investigar, de Julia Cisneros

Esos trabajos de investigación, anunciados con la pura potencia del infinitivo, se alejan de los protocolos y las normativas que rigen el trabajo científico: importan menos los objetos que las actividades; su duración es imprevista, ya que el tiempo dedicado a efectuarlas es “estimado”, o sea: impreciso, conjetural y, sobre todo, deseado: “a largo plazo”, “diariamente”, “eneros”. 

Se invoca, entonces, una práctica discursiva sumamente institucionalizada (la de la investigación académica) y se la inhibe y desactiva a un tiempo. Como lo que prima es el capricho y la curiosidad, nombres ocasionales de lo subjetivo, lo imaginario acaba imponiéndose. Lo que se investiga, lo que hay (lo que habría) que pesquisar, discurre por la estela indómita, contingente, del deseo. Lo que prepondera no es la consumación concreta, no son los resultados mensurables, sino el campo de posibilidades imaginarias que se abre y expande. 

 

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Si el principio de contaminación constituye la ley (secreta) del género literario, el mismo parece otorgarle a la diversidad de textos que integran Para investigar un horizonte de (im)pertinencia. Esa suerte de impropiedad lo constituye en un síntoma de la literatura contemporánea, de lo inespecífico y la hibridación que la caracterizan.  

En la medida en que el entrecruzamiento, lo indeterminado, lo fronterizo predominan, desplazando la condición autónoma de la literatura, se impone, frente al close reading, a la lectura concentrada en los detalles, en la particularidad de los procedimientos, una perspectiva distante. Esa óptica alejada permite leer la mixtura de tipografía, imagen y escritura que descuella en Para investigar -un libro que se lee mientras se mira (que se mira leyéndolo)- como un archivo y una práctica etnográfica. 

 

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Por ejemplo, en “#) Otras cosas que pasaron en 1968:” (pág.47) se suceden tres fotografías en blanco y negro con sus respectivos pies o leyendas, a saber, “Lea Lublin expone a su bebé”, “Oscar Bony expone a una familia obrera”, “Mirtha Dermisache publica su libro n° 2”. Las fotos captan tres hechos artísticos.  

Lea Lublin fue invitada participar en el Salón de Mayo de París. La artista, que había nacido en 1929 en Polonia y que vivía en Buenos Aires, viajó a la capital de Francia en compañía de Nicolás, su hijo, un bebé de siete meses. Instaló la cuna, la bañera y los juguetes del niño en una sala del Museo de Arte Moderno parisino y, durante los días que duró la muestra, se dedicó a las tareas de cuidado: lo bañó y le cambió los pañales, lo alimentó y jugó con él, mientras iba conversando con el público acerca de los vínculos entre el arte y la vida. 

Por otra parte, Oscar Bony (Buenos Aires, 1941-2002) participó de Experiencias 68, la muestra organizada por el Instituto Di Tella, con la performance titulada La familia obrera. En vivo y en directo, los Rodríguez Quiroga (el papá Luis Ricardo, la mamá Elena y el hijo Máximo) se exhibían sentados en una tarima de madera: el hijo leía un libro apoyado en sus rodillas y los progenitores lo miraban atentamente; una escena doméstica, hogareña e íntima se exponía a la observación de los concurrentes quienes, a su vez, eran observados por la familia. 

Finalmente, Mirtha Dermisache (Buenos Aires, 1940-2012) investigó las posibilidades visuales y gráficas de la escritura trazando garabatos sobre hojas de papel que encuadernaba y exponía en forma de libros. El Libro N°2 corresponde al período de su producción que la artista denominó Episodio 2 (1967-1974). 

Las obras mencionadas adscriben a las formas señeras del arte contemporáneo (la instalación, la performance y el libro objeto). Alejadas de los lenguajes y formatos tradicionales, emergen para cuestionar la autonomía del arte, subvierten el orden de las instituciones que lo circunscriben (especialmente, el museo), resignifican la noción de obra en tanto que un objeto orgánico, mezclan géneros diversos, redefinen el estatuto del/la artista y modifican los comportamientos espectatoriales. Su gramática de producción se asienta en el ready made, el apropiacionismo, y el conceptualismo (índices de la desmaterialización del arte). En las postrimerías de los 60, el arte estaba en un estado de expansión, ruptura y experimentación inacabable. Devenía mundo. Se fusionaba con la vida. 

En 1968, en sincronía con el Gran Acontecimiento, el Mayo Francés, en el mundo del arte ocurrían también eventos disruptivos, menos publicitados, más minúsculos, pero igualmente determinantes en términos políticos y culturales. Preservar del olvido el entusiasmo y la energía de esos sucesos es el trabajo de memoria que emprende Julia Cisneros inscribiendo esas escenas en el presente, 56 años después, y estableciendo una genealogía para la poética que comanda Para investigar. 

 

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En “5) Entrevista a alumnxs de 6 años” (pág. 23), se transcriben una serie de respuestas a la pregunta “¿Qué es la poesía?”. La espontaneidad y la ocurrencia presentes en las respuestas de la/os niña/os le devuelven a la poesía su condición de experiencia pre-verbal, anterior a las articulaciones discursivas, un reino en el que prevalecen las asociaciones imaginarias y las analogías lúdicas, no reglamentadas ni ceñidas, aún, por régimen conceptual. 

Esa cadena de contestaciones, introducidas cada una por una línea de diálogo, da cuenta del registro de un trabajo de campo; es la evidencia empírica, una compilación de datos con que un/a antropólogo/a podría construir una construcción densa. Conforme esa sucesión de respuestas, la poesía encuentra su condición vital, constitutivamente humana: es la infancia del lenguaje. 

 

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En “󠄀󠄀) Dice Lygia Clark: Me siento sin categorías ¿cuál es mi lugar en el mundo?” (p. 43), se manifiestan una afirmación y un interrogante. Proferidos por la artista brasileña neo-concretista, ambos hablan de Para investigar: de su carácter mixturado y deliberadamente ambiguo, de su impropiedad.  

Se trata de un objeto inclasificable, escurridizo, mutante; de un libro que agrupa fragmentos textuales que adscriben a dispares condiciones discursivas y en el que la letra, el dibujo y la imagen dialogan y se complementan. Está concebido, diseñado y escrito para la mirada y la lectura, para el deleite visual y la reflexión política.  

En Para investigar, la escritura no es una práctica intransitiva sino un registro, un testimonio y una invitación a abandonar los límites (físicos y conceptuales) del libro para unirse a las contingencias de la historia, de la memoria, del mundo y de la vida. 

 

 

José Di Marco

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«Los superhéroes no cortan yuyos», de Gustavo Borga, y «Diario de una androide», de Marcelo Fagiano, dos libros en coedición con Ediciones La Yunta

Dos libros en coedición con Ediciones La Yunta.

Los superhéroes no cortan yuyos, de Gustavo Borga, y Diario de una androide, de Marcelo Fagiano, son dos libros en coedición con Ediciones La Yunta. Para las editoriales independientes autogestivas, unirse en el proceso de edición es el modo de publicar en este tiempo de crisis económica y de valores.

TEATRO. –

Los superhéroes no cortan yuyos, de Gustavo Borga,  es una pieza teatral. Corren los años 90 del siglo pasado. Juan y Pedro, sus protagonistas, trabajan desmalezando terrenos por una paga miserable. Alguna vez tuvieron empleos más dignos y mejor remunerados, pero la política económica implementada por el gobierno de Carlos Menem los obligó al retiro voluntario y, de ahí en más, a una vida reducida a la mera subsistencia cotidiana.

En sus derroteros personales (trayectorias marcadas por la penuria y el desaliento), se trama la debacle de un país condenado a la pobreza masiva y se anticipa la hecatombe que estallará en el 2001. No obstante, y a pesar de lo aciago de las circunstancias, Juan y Pedro se permiten la ensoñación y el desvarío. Sus diálogos disparatados no sólo constituyen evasiones de ocasión; son asimismo punzantes vectores lanzados hacia el rostro oscuro de una época despiadada.

Al igual que en la poesía del autor, aquí descuellan el humor negro y la ironía corrosiva. Esos tonos dan sostén a un cúmulo de situaciones teatralmente absurdas en las que cristaliza una perspectiva social tan acre como demoledoramente lúcida.  

Sobre el autor: Gustavo Borga nació el 7 de diciembre de 1960 en Villa Nueva, provincia de Córdoba. Publicó los siguientes libros: Patitos degollados (Edición de autor, 2002), Hermoso niño rubio (Xión Ediciones, 2006), Poesía reunida (Editorial llanto- demudo, 2008), Para vos NO (Editorial Ilantodemudo, 2010), Un puntito negro (Editorial Cartografías, 2013), Como un corazón (Borde Perdido Editora, 2016), Pozo de luz (Eduvim, 2018), La pastilla que brillaba como una luciérnaga (Borde Perdido Editora, 2021) y Alitas de pollo congeladas (Mascarón de proa, 2022). Es ferroviario.

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POESÍA. –

La raza humana se ha extinguido gracias a su portentosa capacidad de autodestrucción. Desde un espacio-tiempo post-apocalíptico, una criatura  munida de una sensibilidad femenina se comporta como una máquina parlante; hace suya la memoria de las mujeres que la precedieron (de aquellas que fueron poetas y de aquellas otras, anónimas pero igualmente inolvidables) y con una voz casi coral profiere la insistencia diaria de una escritura que discurre en el éter mientras se va borrando. Como no puede reproducirse, escribe. Y lo que escribe es un adiós deletéreo, explosivo, final.

Así, en Diario de una androide, su quinto libro de poesía, Marcelo Fagiano apuesta por la construcción de universo distópico donde restalla, renovada, la dimensión altamente metafórica de su producción poética. 

Sobre el autor:  Marcelo Fagiano es poeta, narrador y drama- turgo. Integrante y fundador del grupo de poesía callejera «Poetas del Aire» (1991-2002). Doctor en Ciencias Geológicas y profesor uni- versitario. Publicó:  Las manzanas de la libertad. 1″ Premio Publicación (Teatro, Córdoba, 1993); Jeroglificos en la arena (Poesía, Ed. Sociedad de los Poetas Vivos, Buenos Aires, 1997); Las florecillas del diablo (Poesía, Ed. Cartografias, Río Cuar- to, 2009); La sed de Heráclito (Poesía, Ed. del Dock, Buenos Aires, 2017); Guardianes de ceni- zas (Poesía, Ed. La yunta, Buenos Aires, 2021); Muñeca de patas largas (Narrativa, Ed. La yunta, Buenos Aires, 2022). Participó en más de una decena de antologias de poesía, narrativa y dramaturgia. Ha obteni do premios y menciones en concursos nacio- nales y provinciales en poesía, dramaturgia y narrativa. En este último género ha obtenido un 1º Premio Internacional (México, 2001).

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Diego Formía publicó su obra poética reunida: Te deseo un río (1999- 2022)

Diego Formía

El poeta y gestor cultural Diego Formía acaba de publicar su obra poética reunida: Te deseo un río (1999- 2022), en nuestra editorial Cartografías. La tapa es una obra original del artista plástico riocuartense Paco Rodríguez Ortega. 

En este diálogo con Cartografias habla de la intención de reunir la poesía que fue escribiendo y publicando durante  23 años, hace un breve recorrido por cada obra, marcada por momentos diferentes de su ser escritor, y reflexiona sobre la importancia de publicar poesía en un contexto de ajuste y crueldad como el actual. «En este tiempo de ultraderecha destructiva, tanto en lo discursivo como en los hechos, publicar un libro de poesía es un acto político», dice.

Te deseo un río, poesía reunida de Diego Formía.
Te deseo un río, poesía reunida de Diego Formía.

-¿Cómo surge la idea de publicar la obra poética?

-Hace tiempo pensaba publicar la reedición de tres libros integrados: Crol en el invierno líquido (2005), el pez del ojo (2010) y Hueco de Mundo (2013). Básicamente, porque estaban agotados y necesitaba ejemplares para participar en ferias y mesas de lectura. El año pasado José Di Marco, a quien agradezco profundamente, me propone publicar la poesía reunida y desde ese momento comencé un proceso intenso en torno a la selección y corrección de libros y poemas para reeditar. Finalmente, bajo el nombre Te deseo un río, se publican poemas de los siete libros que he publicado, es decir, a los ya nombrados se sumaron Un velero en el Vacío (1999), Sonajeros (2003), Poemitas (2015) -los tres con correcciones y supresión de poemas- y Poemas para mirar / 9 universos visuales (2022).

-¿Qué etapas de tu obra comprende este libro?

-En el caso del primero y los dos últimos libros (Un velero en el vacío, Poemitas y Poemas para mirar) se construyeron con poemas sueltos, escritos en diferentes épocas. Los de Un velero en el Vacío son los primeros poemas que escribí. Creo que, si bien en estos se percibe una fibra poética, no deja de ser un libro inmaduro.

Poemitas es una apuesta a la capacidad de síntesis de la poesía y, al mismo tiempo, lo puedo percibir como un libro de disparadores, es decir, como un proyecto que se puede abrir si decido desarrollarlo como textos. Esto último es una idea que por el momento no me entusiasma, pero nunca se sabe si aparece la obsesión.

Poemas para mirar… son poemas que escribí para series y muestras (textos que eran parte de exposiciones) de 9 artistas visuales. A estos los escribí entre 2007 y 2020, pero se hizo visible como proyecto de libro en 2021. Este libro se convirtió también en una muestra con “9 estaciones” en el que los textos se exponen junto a las obras en las que se inspiraron. No descarto hacer un Poemas para mirar 2 vinculado al trabajo de otros artistas. Los demás libros nacieron como proyectos de libro o escritura.

Sonajeros es una apuesta al juego, a las infancias, las familias. La inocencia como contraste a una época signada por la estrategia compulsiva, al desencanto y la muerte. Este libro se complementó con un disco con todos sus poemas musicalizados por músicos de distintas generaciones de Río Cuarto.

Crol en el invierno líquido es un libro escrito desde una cama líquida, un yo poético que no se puede levantar y en el pez del ojo hay una decisión de “salir / salir de la cama /levantarse el viento de la tormenta afuera”.

 

Hueco de mundo mantiene el eje temático de el pez del ojo (la física teórica) pero con una escritura totalmente distinta.

-¿Por qué decidiste publicar en Cartografías?

-Publicar en Cartografías es sentirse en casa. Publicar, tomarse un vino, comerse un asado con los amigos. Un espacio de trabajo permanente que nos da identidad como comunidad lectora y literaria. Un mapa que se expande desde el lugar en el que escribimos. Cartografías es parte de nuestro paisaje humano y literario.

-¿Qué significa para vos que esta obra poética reunida salga en un año como este, de tanta avanzada contra la cultura?

En este tiempo de ultraderecha destructiva, tanto en lo discursivo como en los hechos, publicar un libro de poesía es un acto político. En este contexto facho en el que artistas y trabajadores de la cultura son tratados como si fueran maleantes, publicar libros es decirles acá estamos con nuestras voces ante sus discursos monstruosos alimentados por el odio. Decirles que no pasarán. No pasarán de esta época corta, cada vez más corta.

Diego Formía es un militante de la cultura y un trabajador de la comunicación. Cuenta que, en su espacio de trabajo, también difunde poesía. «Me estoy memorizando los poemas. Me gusta poder acercarlos oralmente a quienes quieran recibir poesía», dice. Hay algo de su compañera, la narradora oral y artista Pequitas.

Por Verónica Dema

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Celebramos 20 años de Cartografías en la Feria Federal de Editoriales Independientes (FFEI)

La FFEI (Feria Federal de Editoriales Independientes tuvo su décimo año consecutivo en la ciudad de Río Cuarto. Se trata de una convocatoria federal de editoriales que apunta a generar un intercambio de editores de distintos puntos del país y, también, de lectores que tienen la oportunidad de conocer libros que de otra manera no llegarían a sus manos.  

Este espacio colectivo se sostiene como una política de Estado del gobierno de la ciudad junto a gestores culturales que trabajan cada año ad honorem para proponer una feria de calidad y diversidad reconocida en el país. Además de los stands de editoriales independientes de diferentes puntos del país, que llegan con editores con quienes interactuar, está la propuesta de talleres de escritura, mesas de lectura, conferencias, presentaciones de libros, etc. con opciones para público de todas las edades. 

El poeta y gestor cultural Diego Formía fue uno de los impulsores de la FFEI desde sus iniciios. «La feria de editoriales independientes nace del crecimiento de las editoriales independientes o autogestivas«, señala. Y agrega que, al ya existir la Feria del Libro Juan Filloy -que este año cumple 20 años- más vinculada al mercado editorial de librerías, se pensó en dar lugar al espacio editorial independiente. «Empezamos a pensar que sería interesante, como parte de la promoción del libro, la lectura, la escritura, darle lugar a este nuevo movimiento, el de las editoriales independientes, que tienen una mirada distinta, una concepción distinta de la literatura, de los objetivos que tiene una editorial comercial».  

Aquella iniciativa empezó a tomar forma, se concretó y sigue creciendo hasta lo que conocemos hoy. «Siempre estuvo apoyado por la Municipalidad, algo que, combinado con la gestión y el trabajo de lo independiente, le dio sostén y continuidad”, apunta Formía. Destaca que Editorial Cartografías, que este año cumple 20 años con esta propuesta autogestiva, también participa desde sus inicios.  

20 años de Cartografías: conversatorio intergeneracional con autores y editores

Los 20 años de vida de Cartografías se conmemoraron en la FFEI de distintas maneras. Lo central fue el conversatorio en el cierre de la feria. Participaron los editores y fundadores de Cartografías Pablo Dema y José Di Marco y l@s autor@s Elena Berruti, Marcelo Fagiano y Diego Formía (tres de los primeros editados), y Melisa Gnesutta y Virginia Abello (de la última camada de autoras). La puesta audiovisual estuvo a cargo de Claudio Asaad, también poeta editado en Cartografías hace casi 20 años. En la oportunidad se conversó sobre los inicios de la editorial, las intenciones, la elección de los primeros autores, los mojones en estos años, los aprendizajes como editores, entre tanto más.

Propuestas editoriales fuera de la lógica comercial

Camila Vazquez, una de las coordinadoras del espacio municipal Casa de Poesía, junto a Rocío Sánchez, celebra esta sinergia del Estado y los gestores independientes de la cultura de la ciudad de Río Cuarto.  

Vazquez, escritora y docente, destaca que la concreción de esta feria permite a sellos editoriales independientes de todo el país poder llegar con sus libros a este destino que, de otra manera, no podría llegar. La lógicautogestiva impide la distribución a gran escala con la que sí cuentan las grandes editoriales.  

Se presentan, así, opciones interesantes para los lectores de nuestra ciudad que reciben propuestas por fuera de las lógicas comerciales, suma Vaquez, también integrante del Colectivo Glauce Baldovín, con activa participación en la propuesta literaria de la ciudad.  

Este año, el décimo continuado para la FFEI, la impronta fue «dar lugar a lo híbrido, la mezcla de géneros literarios, los bordes difusos entre narrativa y poesíaentre narrativa y ensayo”. La curaduría de las editoriales de este año en el Viejo Mercado está definida por ese criterio. “Los sellos que participan tienen en su mayoría catálogos diversos y apuestan a géneros que son más híbridos”, precisa. 

Detalla que, en esta edición, participaron editoriales de distintas partes del país: sobre todo del centro, pero con amplia participación del norte, también. Vinieron, por ejemplo, editoriales como Funga, Piedra madre editora (de Santiago del estero)Bosque energético. Y en cuanto a la visita de escritoras y escritores reconocidos estuvieron Sonia Scarabelli, de Rosario, Mercedes Halfon, de Buenos AiresSantiago Loza, de Córdoba, entre otros.  

También hubo autores y autoras de la ciudad como Marcelo Fagiano, Claudio AsaadElena BerrutiMiguel Angel Toledo, José Di Marco, Pablo Dema, Melisa Gnesutta, Virginia Abello, Sebastián Sosa Ojeda, Federico Alonso, entre muchos otros, también parte de la organización de la feria. Entre las editoriales locales, además de Cartografías, estuvieron Guadal, del Colectivo Glauce Baldvín, Ediciones del Puente, entre otras. 

Para José Di Marco, poeta, editor, uno de los directores de Cartografías junto al escritor y docente Pablo Dema, comenta: «Esta feria es un foco de resistencia cultural en un momento en que tenemos un gobierno nacional que no tiene política de estado cultural o, en todo caso, su política es aniquilar a la cultura, al menos en sus expresiones críticas disidentes, emancipadoras». 

Y señala que, más específicamente, “por tratarse de una feria de la edición independiente es clave para la bibliodiversidaden un mercado altamente concentrado, gerenciado por corporaciones de capitales trasnacionales, la posibilidad de que haya circulación de otras ideas, de otras voces, proyección de miradas alternativas, múltiples, abiertas es clave precisamente para el desarrollo de una cultura igualitaria y emancipadora». 

Tal como expresó en una nota reciente en PUNTAL, Pablo Dema, Editorial Cartografías suma en ese aporte a la diversidad cultural. Con una mirada puesta en autores y autoras locales y regionales, la editorial lleva publicados 105 títulos en 6 colecciones: Archipiélago (poesía)Tusitala (narrativa)Radiografías (ensayo)Preguntas de mi tamaño (infantil)traducción (El límite es adentro) y obras reunidas. 

La sinergia con la universidad pública 

La poeta y docente Elena Berruti, organizadora desde los inicios de esta feria, suma un aspecto enriquecedor de esta feria: la sinergia con estudiantes de la universidad pública. Como docente de la carrera de Letras de la Universidad Nacional de Río Cuarto intenta trazar con la FFEI un puente para que quienes serán futuros docentes releven de primera mano la gestión independiente, sus procesos, conversen con sus editores, etc. 

“Convocamos a los estudiantes, futuros profes, para que puedan vivir la experiencia de la FFEI y, a la vez, sepan leerla, en el sentido pleno del término, como mirada, para establecer qué se pone en juego, quiénes son los actores que participan, qué es ser independiente, cómo se conforman los catálogos, entre tantas otras preguntas que se abren”, señala Berruti. De esta manera, hay una puesta en valor de las actividades de la feria, ya que son objeto de estudio en materias teóricas de la carrera de Letras. 

La clase está en la FFEI, que se convierte en aulaAhí aprendemos, se construye conocimiento para futuras profes”, concluye Berruti.