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¿Lo leíste? Dos cachorros de sicario, de Nicolás Ghigonetto (por José Di Marco)

Dos cachorros de sicario, de Nicolás Ghigonetto; Kintsugi Editora.

Dos cachorros de sicario es el primer libro de cuentos de Nicolás Ghigonetto (Isla verde, 1989). Nos detenemos en uno de sus cuentos, “Par de balas y una coda”, un texto decididamente antológico, una muestra imprescindible de cierta mancha temática y de cierto tratamiento formal que marcan una tendencia en la narrativa argentina contemporánea. El tema se vincula con el desmantelamiento corrosivo del concepto de nación, como soporte político y cultural de una identidad comunitaria. La forma, con un tipo de narración rizomática, fragmentaria y acelerada.

Mariana Komiseroff se refiere al mismo, en el “Prólogo” al libro mencionado, como: “una especie de relato histórico futurista donde se plantea un espejo entre los juegos de los niños con sus soldaditos, o bien los juegos de video y así se reproduce de manera original y desopilante la que fue la conquista más cruenta en nuestro territorio, La Conquista del Desierto y sobre la cual se basa el racismo que se vuelve juego hasta volverse característica de la personalidad en un western irónica. La historia al igual que el juego moldea la personalidad de los niños. La flor del ceibo, gran hallazgo del autor, es la droga que adormece de patriotismo”.

Se trata de una descripción más que acertada de un texto de 38 páginas cuya complejidad radica en el desplazamiento vertiginoso de una narración que atraviesa y la vez reúne, según la modalidad del montaje cinematográfico, registros múltiples, géneros dispares y temporalidades heterogéneas.

Ese uso del montaje se aproxima a la noción con que G. Deleuze se refiere al cine moderno en tanto que imagen-tiempo. Importa menos el encadenamiento lógico de las acciones (y la sucesión cronológica y progresiva de las mismas) que la contigüidad de microacontecimientos singulares, inconexos, deshilvanados, desprendidos de una trama orgánica e integradora.

En “Par de balas y una coda”, la continuación de sucesos causalmente conectados es reemplazada por una miríada de estallidos puntuales, astillas de un presente perpetuo. Así, el devenir precipitado de los sucesos, la profusión de personajes estrafalarios y la genialidad de los diálogos componen escenas de un guion que llevara la firma de Quentin Tarantino (ese “toque tarantinesco” está presente también en el relato que da nombre al volumen, sobre todo en la descripción de los recorridos de Tío Juan, el personaje central, a bordo de su coupé Fuego por las calles y rutas de la Triple Frontera).

Para registrar las huellas de lo real, Ghigonetto elude las convenciones del realismo literario y opta por la matriz iconográfica del cine de aventuras, de las películas de cowboys, lo que produce un efecto de exotismo: la llanura pampeana y el desierto (esa topografía imaginaria, instaurada en el siglo XIX, como si de un espacio vacío se tratase, por los relatos fundadores de la nación) se extrañan y alucinan.

Así, el exotismo se apodera y transfigura las referencias historiográficas, y la narración de la avanzada del ejército regular sobre el territorio habitado por las poblaciones originarias adquiere el aspecto visual y el decurso de un western spaghetti.

La representación de lo bélico (la máquina de guerra que el estado puso en marcha para delimitar el territorio nacional cometiendo un genocidio) deviene lúdica, y lo lúdico es esa otra máquina de guerra con la que Ghigonetto desacopla los símbolos de la identidad nacional y desgasta los discursos que los articulan y legitiman. Lo lúdico constituye un factor cáustico, irónico y paródico; un procedimiento, una mirada y un tono que trazan un territorio delirante y fantasmagórico.

El juego hace de la literatura un dispositivo que deslíe las fronteras entre realidad y ficción, desdibuja los límites entre vigilia y sueño, licua los lindes entre memoria e invención; más aún: los solapa, entremezcla y confunde sin solución de continuidad.

En “Par de balas y una coda”, la Patria se vuelve la visión trastornada un emblema que se deslíe en medio de un bricolaje lisérgico de ruinas y de espectros: las reliquias de un relato épico que se aminora y desperdiga como los restos diurnos de una pesadilla de la que ha sido imposible despertar.

Podés leer poesía de Nicolás Ghigonetto en Los días del desastre (Editorial Cartografías)

Por José Di Marco