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¿Lo leíste? Un acercamiento a Philip Larkin, por Pablo Dema

Philip Larkin, libros
¿Por qué algunas voces nos tocan y tantas otras resbalan por nuestros oídos sin dejar ninguna sensación duradera? Difícil saberlo.
Lo cierto es que a mí, muy de tanto en tanto, una voz me llega con total nitidez y así se inicia un diálogo que difícilmente termine. Incluso cuando se trata, como en este caso, de Philip Larkin, un autor de quien lo desconocía todo. Ni recomendado, ni de moda, ni prestigioso (al menos para mí en ese momento), ni siquiera autor en mi lengua o en una lengua extranjera en la que pudiera leerlo. Nada.
Sin embargo, en una de las ferias de las independientes alcé un libro desconocido titulado Ventanas altas, leí al azar unos versos, como leí al azar otro centenar ese día recorriendo la feria, y eso que leí captó para siempre mi atención. Mentiría si dijera hoy cuál fue el poema de ese libro, tantas veces releído, que leí primero; probablemente el propio “High windows” o “The threes”, uno de los pocos en los que la amargura de Larkin deja pasar  una hendija de luz en el final: “Ha muerto un año, parece que dijeran;/ comienza, comienza tú también de nuevo”. Quien traduce es Marcelo Cohen y la editorial es Gog & Magog (2010).
Tiempo después el poeta Santiago Espel me envió Las bodas de pentecostés y otros poemas, el tercer libro de Larkin publicado en 1964, en versión de Fernando Kofman y publicado en Argentina por La Carta de Olivier en 2014. Del mismo año es la maravillosa Poesía reunida editada por Lumen, en versiones de Cohen y Damiá Alou, que incluye Engaños, Las bodas de pentecostés, Ventanas altas y algunos poemas no traducidos hasta entonces.
Philip Larkin
Foto de Penguin Random House. Autor: John Hedgecoe.
El año pasado descubrí la existencia del pequeño volumen Simular ser uno mismo. Escritos sobre literatura, editado y traducido por Gonzalo Rojo (editorial Hola y chau, 2023). Es un maravilloso librito que incluye ensayos breves, reportajes e intervenciones radiales de Larkin en la BBC entre 1958 y 1973. Es un excelente libro para acercarse al universo de Larkin, a sus ideas sobre la tradición, los autores favoritos y sus ideas sobre el método compositivo.
Su explicación de cómo se escribe un poema es tan limpia y clásica que asusta, a punto tal que nos da la impresión de que gran parte de lo que se dice habitualmente sobre la creación es un intento de confundir a la gente inocente y que Larkin está poniendo ante el gran público una especie de verdad de Perorullo que no tenemos por qué seguir ocultando. Cito a Larkin:
“La escritura de un poema consta de tres etapas: en la primera un hombre se obsesiona con un concepto emotivo hasta el punto de obligarse a hacer algo con él. Lo que ese hombre hace es la segunda etapa, a saber: construir un dispositivo verbal que reproduzca ese concepto emotivo para cualquiera que le interese leerlo, en cualquier lugar y en cualquier momento. La tercera etapa es la situación recurrente de las personas que en diferente tiempo y lugar activan este dispositivo y recrean en sí mismos lo que el poeta sintió al escribirlo. Estas etapas son interdependientes y todas son necesarias. Si no ha habido un sentimiento preliminar, el dispositivo no tendrá nada que reproducir y el lector no experimentará nada. Si la segunda etapa no se ha cumplido correctamente, el dispositivo no dispensará sus bienes, o dispensará unos pocos a pocas personas, o dejará de dispensarlos después de un tiempo absurdamente breve. Y si no hay una tercera etapa, ni una lectura exitosa, será muy difícil afirmar que ese poema existe en sentido práctico” (cito en la versión que Santiago Venturino hizo para Hablar de Poesía 25 (julio 2012).
Además de sus cuatro libros de poemas, Larkin, especialista en jazz, recopiló sus escritos sobre ese género en el libro All What Jazz (1970). La producción del autor, quien trabajó toda su vida como bibliotecario en la universidad de Hull, se completa con dos novelas juveniles, Jill (1946) y Una chica en invierno (1974). Pude leer Jill en la preciosa edición de la editorial Impedimenta (2021, traducción de Marcelo Cohen). Es una novela de iniciación en la que Larkin recrea sus años de estudiante en el college de Oxford, ciudad a la que llega procedente de una localidad del interior. En la reedición de 1963 Larkin cuenta las circunstancias reales en las que que escribió el libro, ¡a los 21 años! Y el contexto en el que conoció a sus amigos, entre ellos al escritor Kingsley Amis, padre del celebrado Martin.
Algunos escritores nos interesan fugazmente, en cambio otros renuevan nuestro interés a medida que vamos conociendo más y más sobre ellos. Si tuviera que dar una razón de mi interés sostenido y creciente en Larkin mencionaría el carácter directo y sin ningún remilgo de su poesía. Es como si Larkin tuviera en sus manos un instrumento muy contundente y diera con él un solo golpe para luego retirarse sin hacer comentaros.
Una muestra:
Ignorancia
Qué raro no saber nada, nunca tener seguridad
de qué es real o correcto o cierto,
pero con obligación de comentar así lo siento,
o Bien, así parece ser:
alguien debe saber.
Qué raro no saber de qué modo funcionan las cosas:
su arte para hallar lo necesario,
y su sentido de las formas y tan puntual propagación,
y su deseo de cambio.
Y sí que es bien raro,
que incluso vistiendo tanto saber –ya que nuestra carne
nos envuelve con sus decisiones- aun
así nos pasamos viviendo en imprecisiones,
y al iniciar nuestra muerte
ni sabemos el porqué.
Por Pablo Dema
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